Mar
28, 2020
La hipersexualización de los espacios no-monógamos. ¿Mito o realidad?
La hipersexualización a debate, aunque sea virtualmente
Hoy, 28 de marzo, dinamizaba un debate muy especial para mí en les 4es Jornades d’Amors Plurals. Mi idea era abordar la llamada hipersexualización de los espacios no-monógamos, con el objetivo de generar un intercambio de puntos de vista y opiniones y ampliar mi visión y la de otras personas. Pero como estamos todas en cuarentena, el debate no se va a hacer y yo, en su lugar, he decidido escribir este artículo. Espero, no obstante, que todo vuelva pronto a la normalidad y que, cuando el coronavirus nos lo permita, podamos retomar este debate presencialmente. De momento, dejo aquí algunas ideas y estaré encantada de recibir feedback y comentarios, si os animáis.
¿Por qué quise plantear este tema? Soy una persona no-monógama que frecuenta eventos y encuentros pensados para personas como yo, que quieren generar red, debatir sobre temas complejos que son difíciles de abordar en nuestro día a día monógamo y heteropatriarcal y, en definitiva, sentirse un poquito más en casa, más acompañadas y en un espacio más seguro.
Últimamente, en la mayoría de encuentros a los que he asistido, he escuchado comentarios del tipo “este evento se ha hipersexualizado”. En algunos casos, hay conductas concretas que dejan muy claro que es una realidad, pero en otros espacios donde se ha hecho un esfuerzo especial para reservar las prácticas sexualmente explícitas a lugares determinados, donde se hace un llamamiento a la diversidad de actividades de ocio y donde se trabaja conscientemente para generar un espacio lo más seguro posible, he continuado escuchando estas valoraciones. Y por eso quería sacarlo a debate.
¿Cómo gestionamos todo esto sin hacernos daño?
Antes de continuar aclararé que yo hablo desde el privilegio de una mujer blanca, cis, alosexual[1], con un cuerpo normativo y con capacidades comunicativas y de socialización. También tengo eso que suele llamarse capital sexual. Soy consciente de que desde este lugar soy incapaz de ver y entender muchas otras realidades; al igual que a otras personas les costará entender la mía. Por eso me interesa especialmente que intercambiemos puntos de vista.
También quiero decir que soy una persona bisexual –que sufre una bifobia mucho más presente de lo que se visibiliza en el colectivo LGTBIQ+ – y que, como mujer cis, me reivindico como sujeto sexual y no como un objeto de placer ajeno. Ejercer mi sexualidad es una necesidad vital para mí. Personalmente, romper con la monogamia pasa indefectiblemente por reivindicar una sexualidad más libre, más rica, disidente y menos coitocéntrica. En definitiva, fuera de la norma. Y considero que en esta lucha entra también –necesariamente- la visibilidad de las personas asexuales[2].
Naturalizar la sexualidad, a mi modo de ver, no significa automáticamente favorecer a las personas con más capital sexual, sino generar un espacio lo más cómodo y seguro posible para todas; incluidas aquellas personas que tienen mucho dolor o asuntos a abordar con su propia sexualidad, o que no les interesa lo más mínimo.
Dicho esto, mi primera pregunta –aunque pueda parecer obvia- sería: ¿Qué estamos entendiendo por hipersexualización? ¿En qué consiste exactamente? Definir los grandes palabros que se ponen de moda de vez en cuando es imprescindible para que nos entendamos mejor, sobre todo porque su definición va a depender mucho del lugar desde el que hablemos. El umbral de hipersexualización de una persona demisexual[3], por ejemplo, será mucho más bajo que el mío que, aunque no me gusta en exceso etiquetarme así, estoy próxima a lo que algunas personas han venido a llamar megasexualidad[4] (tenéis la definición de los términos a pie de página del artículo).
Aviso para navegantes: este artículo contiene muchas preguntas y pocas respuestas (nada nuevo por el frente, como ya sabéis…) Así que sigo: ¿qué estamos entendiendo por sexo y por conductas sexuales? ¿Y por capital sexual? ¿Dónde está el límite entre intimidad y sexualidad explícita? Los besos, las caricias, el contacto íntimo no genital… ¿cuenta como sexo o no? ¿Y la forma de vestirnos?
En relación a esto me pregunto también si toda intimidad se lee de la misma manera como potencialmente hipersexualizada. Me explico. ¿Se valoran como más sexualizadas las prácticas heteros o bisexuales que las gays o lésbicas? ¿Existe algún tipo de conexión entre la consideración de espacio hipersexualizado y la bifobia? A veces creo que es tanto el dolor por el peso de la heteronorma que les pagamos con la misma moneda que recibimos en el colectivo LGTBIQ+. Sé que muchas personas defenderán que no se genera desde el mismo lugar de opresión/privilegios, pero soy de las que piensan que, independientemente de eso, es mejor no practicar aquello que no nos gusta recibir. E incluso en los colectivos más oprimidos debemos ser siempre autocríticas.
Tengo la sensación de que le tenemos mucho miedo a hablar de sexualidad en el colectivo no-monógamo más politizado y es cierto que, al final, las personas que abordamos más estos temas (a través de talleres, charlas o artículos como este) somos –generalmente- las que más privilegios tenemos al respecto. Y lanzo otra moneda al aire: ¿Se puede ayudar, desde una visión sex-positive y respetuosa, a que personas con dificultades con su sexualidad se empoderen y rompan con triggers[5] varios? ¿Puede enriquecer mutuamente el intercambio de experiencias?
Creo firmemente en la generación de espacios lo más seguros posibles, pero también me cuestiono si desde una zona de confort permanente podemos avanzar. ¿Cómo gestionamos todo esto sin hacernos daño? ¿Cómo podemos abordar la sexualidad con todas sus letras para poder vivirla de una manera más sana y natural, incluso desde la asexualidad?
Sé que vivimos en una sociedad donde el sexo está muy presente, y que muchas personas acuden a los espacios no-monógamos con la esperanza de encontrar un reducto de paz a este respecto. No obstante, la visión sexual mayoritaria poco tiene que ver con la diversidad, la ausencia de juicio, los afectos LGTBIQ+ o la no-monogamia. Y por eso otras tantas personas acudimos a estos mismos espacios con el anhelo de disfrutar de nuestros afectos y sexualidad sin ser juzgadas.
¿Es posible o pura utopía acoger en un mismo espacio la diversidad de afectos, cuerpos, identidades, capacidades y maneras de entender la sexualidad sin que nadie renuncie a su esencia y sin perpetuar opresiones ni dañar a nadie? ¿Cómo generamos espacios lo más seguros posibles en este sentido que, al mismo tiempo, sean factor de cambio social?
me pregunto si toda intimidad se lee de la misma manera como potencialmente hipersexualizada
No sé si este texto lo transmite, pero escribo todo esto desde un respeto absoluto, con amor y también con bastante dolor. Quienes me conocen saben lo duro que es para mí enfrentarme a este debate porque, por un lado, mi sexualidad –y su vivencia- da sentido a mi vida y, por otro lado, se me rompe el corazón cuando pienso en que otras personas se hayan podido sentir inseguras o incómodas en un espacio compartido.
Además, como persona implicada en la organización de algún evento no-monógamo y con relativa presencia en el colectivo, abro este debate para poder ver más allá de donde veo. Porque si en los espacios feministas, LGTBIQ+ y no-monógamos no podemos hablar sin miedo de sexualidad, poco vamos a hacer para que su experiencia colectiva sea lo más sana y enriquecedora posible para todas.
Así pues, ¿qué subyace tras la llamada hipersexualización de los espacios no-monógamos? ¿Qué herramientas nos faltan? ¿Qué nos preocupa verdaderamente? ¿Qué posibles soluciones vislumbramos? Y, en definitiva, ¿cómo hacemos para vivirnos y respetarnos sin ese comportamiento tan monógamo y normativo que acuña una única opción como buena y demoniza el resto como impropias, antinaturales y menos válidas?
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[1] Una persona alosexual es aquella que siente atracción y deseo sexual hacia otras. Se suele utilizar como término opuesto a la asexualidad, la ausencia de deseo sexual y nulo interés en llevar a cabo actividades sexuales.
[3] Las personas demisexuales solo sienten atracción sexual cuando se ha generado un vínculo emocional sólido previamente.
[4] Se dice de las personas que no generan vínculos emocionales fuertes sin una gran conexión sexual previa.
[5] Se suele utilizar este anglicismo para referirnos a esos detonantes que nos desatan emociones generalmente duras o complejas
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2 Comments
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Pere
Abr 10, 2020 at 15:42
Tenia molta curiositat per aquest debat!! A veure si es pot acabar fent igualment.
«Sé que vivimos en una sociedad donde el sexo está muy presente, y que muchas personas acuden a los espacios no-monógamos con la esperanza de encontrar un reducto de paz a este respecto.»
Aquest és un punt que necessito entendre millor quan parlen d’hipersexualització. La saturació sexual que ens envolta al dia a dia és molt objectificadora i normativa en el pitjor dels sentits. Fins i tot al bric de llet vegetal hi ha la foto d’uns llavis femenins, això és sexualització i em molesta per moltes raons.
Però precisament les coses que he sabut que han passat o les que hi he participat d’aquests esdeveniments molt sovint pretenen ser una resposta a tota aquesta merda, i de vegades les acusacions d’hipersexualització donen la sensació que ho posen tot al mateix nivell pel sol fet de «tenir a veure amb la sexualitat».
Sandra Bravo
Abr 10, 2020 at 17:17
Ganes que puguem debatre amb calma i diversitat de punts de vista. Gràcies per la teua aportació, bonic!