Mar
14, 2018
Ramon V. Albareda: “Una persona que busque la exclusividad está deformando el amor, porque el amor no es exclusivo de nadie”
Conocí a Ramon V. Alvareda gracias a un amigo en común que insistía en que debíamos hacerlo. No se equivocó. Desde el primer momento en que conversé con él me pareció una persona digna de ser escuchada. Ramon tiene un hablar pausado y elegante; se toma su tiempo para decidir qué palabras utilizar exactamente y de qué manera estructurar sus pensamientos. Además, escucha y acepta cualquier argumento, aunque no lo comparta. Puede que todo esto parezca muy obvio, pero poca gente es así realmente.
Por otro lado, me interesaba mucho su concepción holística de la sexualidad (un término que siempre me ha resultado extraño) y me apetecía mucho incluir su visión del amor y la (no)monogamia aquí.
¡Gracias, Ramon, por una conversación tan interesante! Si alguien quiere añadir su opinión, podéis dejar vuestros comentarios al final de la entrevista.
P.D. Me gusta dar la opción a las persona a quienes entrevisto de que decidan con qué fotografía quieren ilustrar la publicación. Es una aclaración tonta para que nadie piense que he confundido a Ramon con una cascada 😉
Pregunta.- Google -que lo sabe todo- dice que eres psicólogo, teólogo, sexólogo y fundador de ESTEL, Centro de Crecimiento Personal y Escuela de Estudios Integrales. Pero me gustaría que me dijeras con tus propias palabras quién es Ramon V. Albareda.
Respuesta.- Si me tuviera que definir en pocas palabras diría que soy un buscador; una persona que cree en la vida, cree en el amor, cree en la felicidad, y que está convencida de que las personas podemos ser mucho más felices de lo que somos. Por lo tanto, si no lo somos, es porque no hemos encontrado aún la manera de serlo.
Tecnológicamente hemos avanzado mucho, pero en el aspecto humano diría que quizás no sólo no hemos avanzado, sino que en algunos aspectos hemos retrocedido. Así pues, soy una persona que cree que las cosas pueden ir a mejor y que busca maneras para que así sea.
P.-¿Personalmente has encontrado la manera de ser feliz?
R.- Sí, puedo decir que ahora soy una persona feliz. El secreto es no tener expectativas, estar abierto a la vida, a lo imprevisto, y centrado en el aquí y ahora; vivir el momento presente. Porque el pasado es historia, el futuro no existe -no sabemos si lo viviremos- y, en cambio, el presente es un regalo, por eso lo llamamos presente.
P.- En ESTEL ofrecéis «transformación holística». ¿Qué significa exactamente?
R.- La transformación holística parte del supuesto de que las personas somos energía. Es decir, en el momento de la concepción, los progenitores depositan en ese ser humano un potencial energético con la misión de desarrollarlo. Es como si le dieran un capital con el que tiene que trabajar.
Para mí, el sentido de la vida es trabajar con ese potencial que los padres nos regalan en el momento de la concepción. Ese potencial no es un potencial neto, sino que tiene contaminación. Esto es lo que explica que hay niños que ya de pequeños son muy rebeldes, que son malos. En cambio, hay otros que son todo lo contrario. Si esto no fuera porque la energía que hemos recibido ya tiene esas marcas, esos impulsos, no tendría una explicación coherente.
Para desarrollar nuestro potencial energético necesitamos estructuras, y las estructuras de que disponemos son corporales, emocionales y mentales. El ejemplo clarísimo de esto es un embarazo: el óvulo fecundado es densidad energética, pero en esa densidad microscópica está todo. Contiene todo el potencial que la persona puede desarrollar a lo largo de su vida y mucho más.
¿Cómo se desarrolla el óvulo fecundado? Primero, haciendo la implantación (anidación), por lo tanto, encarnándose, vinculándose al cuerpo físico. Aquí comenzará su primer desarrollo biológico. Después nacerá y, en contacto con la madre, con la lactancia, irá desarrollando su mundo emocional -conjuntamente con el aspecto biológico-, y, en interacción con el entorno, irá estructurando su mente. Este es el proceso de desarrollo de la vida; de una vida nueva, diferente, autónoma, singular.
En el potencial energético tenemos no sólo la capacidad de engendrar un nuevo ser humano, sino de reengendrarnos a nosotros mismos. Si esta energía sexual la acogemos corporalmente, le abrimos el corazón y la mente acoge también el proceso, esto es la transformación de la energía. Y eso es lo que va enriqueciendo el cuerpo progresivamente, el mundo emocional y el mundo mental, y ampliando el campo de la conciencia. ¡Este es el sentido de la vida!
Para hacernos una idea: los árabes, al principio, escribían los números con ángulos. Por ejemplo, el 1, hacían un ángulo; el 2, dos ángulos y, así, cada número añadía un nuevo ángulo, hasta llegar al cero, que no tiene ningún ángulo, que lo escribían en forma ovalada, que sería la visión holística, total. Este es para mí el sentido de la vida: ir añadiendo ángulos, ir añadiendo nuevas perspectivas a nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Y cuantas más perspectivas añadimos, más maduros somos, más nos acercamos a la plenitud. Por lo tanto, para avanzar en esta dirección, la energía se debe ir transformando. Transformando significa dándole forma: aquel potencial que en sí mismo es amorfo hay que irle dando formas cada vez más definidas y canalizarlo de forma constructiva.
P.- Has hablado de la contaminación de la energía. ¿Qué porcentaje de lo que somos depende de lo que nos ha sido dado y qué porcentaje depende de lo que nosotros podemos cambiar? Es decir, ¿hasta qué punto podemos «purificar» nuestra energía?
R.- En este proceso de transformación de la energía, la energía se purifica. Es decir, cuando corporeizamos la energía, el cuerpo hace una primera depuración, el cuerpo hace de filtro. El cuerpo tiene sus sistemas de drenaje, sobre todo el sistema linfático. Así pues, cuando esta energía llega al mundo emocional, se diversifica primero en emociones -más corporales, menos estructuradas-, fase en la que la mente todavía no las puede identificar y, a medida que van tomando forma dan paso a los sentimientos, que es cuando la mente ya puede identificar estas emociones y colabora también a hacer otra depuración. ¿Cómo? Alimentando los sentimientos constructivos y dejando de alimentar los sentimientos destructivos. Los sentimientos destructivos, si no se alimentan, van perdiendo fuerza y se van diluyendo.
P.- ¿Qué papel juega la sexualidad en todo este proceso de depuración de la energía?
R.- Juega un papel fundamental, porque la sexualidad -bien utilizada- abre el cuerpo a la energía. El primer paso de transformación de la energía es la corporeización y, para corporeizar la energía se necesitan dos cosas: primero, cambiar el chip mental de ver el sexo peyorativamente, y verlo como la parte más noble de nosotros. Por lo tanto, presupone una reconciliación mental con el sexo; porque, si no, la energía sexual se cierra y, entonces, aunque el cuerpo esté abierto, no penetra. La otra cosa que se necesita es que el cuerpo pueda hacer la función que le corresponde, y esto depende de dos cosas: por un lado, es necesario que la mente acepte el cuerpo, que sea amiga del cuerpo, que no lo recrimine y, por otro, que el cuerpo mantenga un buen tono muscular. Así es como el cuerpo, con este movimiento peristáltico, ayuda a que la energía se corporice, y al corporeizarse la energía -normalmente- se da el placer erótico.
El placer erótico, para mí, es el regalo que le hace la energía al cuerpo para abrirse a ella. Es decir, el cuerpo se abre y acoge la energía, y eso produce placer erótico. Y, como el placer erótico relaja, este es el regalo que le hace el cuerpo a la energía. Hay una cooperación mutua que facilita la corporeización y, si la mente también colabora y el mundo emocional está abierto de par en par, entonces ya, automáticamente, la propia energía, por la fuerza interna que tiene -como una semilla- se diversificará como comentaba antes. Y la mente podrá hacer la selección de alimentar unos sentimientos y no alimentar otros. Así es como la energía se va depurando.
P.- Tu visión de la energía sexual como elemento depurador es interesante, pero social y culturalmente nos han enseñado que el sexo es algo sucio, negativo, animal… que se debe reprimir. ¿Por qué?
R.- Pueden darse explicaciones diversas, pero es probable que haya intereses ocultos detrás. La razón podría radicar en que la energía primaria es un poder, un poder que no se sabe por dónde puede salir. Es un potencial creativo que no se puede prever. Por lo tanto, si no se reprimiera el sexo, es probable que la gente que gobierna el mundo no pudiera tener la seguridad que tiene para mantener a la gente a raya. Es decir, creo que detrás de todo esto hay una historia de poder: se reprime lo que no se puede controlar.
P.- En relación con esta voluntad de control que comentas, hace un tiempo escuché a Valérie Tasso en una charla decir que el capitalismo asimilará cualquier forma de relación no convencional -como el poliamor- para eliminar del sistema cualquier elemento que pueda ir contra del statu quo. Hay quien piensa que esta asimilación es positiva porque conlleva una «naturalización» de nuevas formas de relación y otros la critican duramente por suponer una mercantilización de las relaciones. ¿Tú cómo lo ves?
R.- Creo que es una forma más de manipulación. Es decir, los que están en el poder -económico y político-, cuando ven algo que se les escapa de las manos, miran -con mucha picardía- de reconvertirlo a su favor. Por ejemplo, todas estas aplicaciones que facilitan el «contacto» se pueden controlar mucho más fácilmente que las relaciones que las personas tengan directamente. Pueden saber quién ha quedado con quién, a qué hora, dónde, etc., etc., etc. El móvil da toda esa información.
P.- ¿Crees que la monogamia es una imposición cultural o realmente es algo natural?
R.- La monogamia es una imposición cultural. ¡No cabe duda! Lo que desconozco es si, en un origen, se impuso con una finalidad de control o si fue por los hijos. Porque, teóricamente, mientras la humanidad tenía que desarrollarse, la monogamia podría estar bien porque los niños necesitan un referente de masculinidad y de feminidad. Y como, tradicionalmente, la feminidad la ha ostentado la mujer y la masculinidad, el hombre, esto podría tener sentido.
Los hijos podrían haber sido una oportunidad para abrir la dualidad, el cierre de la pareja. Lo que pasa es que no ha sido así, porque los hijos a menudo son aliados del padre o de la madre y, por tanto, refuerzan esa dualidad, en lugar de abrir la pareja.
¿Cómo harían una función de apertura de la pareja? Por ejemplo, cuando el hijo es pequeño es correcto que esté más vinculado a la madre. Cuando va creciendo, estaría muy bien que se vinculara al padre y la madre fuera más independiente. Y, cuando el hijo ya es un adolescente, los padres deberían cambiar el chip de la relación, priorizando el modelo de amistad, ver al hijo o hija como una persona que se va haciendo adulta y promoviendo, por tanto, un modelo de relación entre adultos, invitándole a aportar su opinión y/o sugerencias en temas que impliquen a todos los miembros de la familia. Esto significaría una apertura en la comunicación, pero esto normalmente no es así. A los hijos se les ha educado para obedecer a los padres y, por tanto, no constituyen una tercera realidad igualitaria.
Pero bueno, entonces podríamos aceptar que mientras el mundo debía poblarse quizá sí tuvo una función interesante y positiva la pareja, la monogamia. Pero actualmente esto no tiene sentido ya que, por una parte, el mundo está más que poblado y, por otro lado, cada vez hay más personas estériles, hombres y mujeres. Por lo tanto, eso que se decía antes de que la razón de ser de la pareja era la procreación, ya no se sostiene.
P.- Veo un tercer factor: las personas que -conscientemente- optan por no tener hijos.
R.- Evidentemente.
P.- Combinas dos títulos que aparentemente parecen incompatibles: sexólogo y teólogo. Centrándome en el credo más cercano a nuestra cultura, ¿por qué hay tantos miembros de la Iglesia Católica empeñados en demonizar el sexo, especialmente para la mujer?
R.- ¿Incompatibles sexualidad y espiritualidad? ¡En absoluto! Son dos aspectos de la misma realidad, dos polaridades complementarias. Lo que pasa es que la educación que hemos recibido, la cultura en la que estamos sumergidos nos ha hecho ver como opuestos y/o incompatibles realidades polares que se complementan entre sí y nos muestran aspectos diferentes de las muchísimas posibilidades que tiene la Vida, la Energía de Vida, de manifestarse y encarnarse en esta realidad en la que existimos.
No hemos de olvidar que la energía sexual, al igual que la energía de la consciencia, son energía sagrada. La única diferencia radica en que la energía sexual es una energía más densa, más amorfa, más oscura en el sentido de no accesibilidad por parte de la mente humana…, y la energía de la consciencia es una energía de luz, más organizada, más sutil… Una no es ni mejor ni peor que la otra, ni de mayor o menor categoría. Para una buena salud holística, ambas han de estar alineadas, cooperando la una con la otra. La energía de la consciencia –espiritual- orienta la transformación y evolución constructiva de la energía sexual (es como un faro para el navegante), mientras que la energía sexual tiene la función, entre otras, de enraizar en esta realidad material la energía espiritual. Digo energía espiritual porque conviene diferenciar espiritualidad -apertura humilde de la mente al Misterio- y religión, que es la estructuración e institucionalización de la espiritualidad que han hecho distintos grupos religiosos.
Cuando estuve físicamente en el territorio de Israel, especialmente en la zona del Mar de Galilea, al percibir la energía del lugar tuve la sensación de que el verdadero mensaje espiritual de Jesús se encuentra todavía por descubrir en su sentido más profundo y genuino.
No deja de ser curioso que en muchas culturas exista o el tabú del sexo o el tabú de la espiritualidad, cuando ambos aspectos forman parte de esta realidad y son fundamentales para la salud holística de los seres humanos. La espiritualidad, disociada de la sexualidad, fácilmente conduce a la alienación y se puede convertir en el «opio del pueblo», como criticaba Karl Marx, mientras que la sexualidad, disociada y alejada de la espiritualidad, puede derivar en el caos o tomar caminos destructivos. Actualmente no concibo la sexualidad y la espiritualidad separadas la una de la otra.
Respondiendo más directamente a tu pregunta, he de decirte que yo tampoco puedo entender el porqué. Puedo arriesgarme a suponer algunas respuestas: quizás por intentar evitar el riesgo de que la energía sexual tome caminos destructivos; otro motivo podría ser el estaticismo de la Iglesia Católica, que se mantiene anclada en un pasado en que se alió con el poder político, con tendencia a servir a los intereses de este más que a servir de verdad al pueblo… no sé… Está claro que la primera razón no se sostiene, pues sería como no salir de casa para evitar el riesgo de tener accidentes, y la segunda no necesita comentario alguno.
Quizás este sea uno de los grandes errores de la Iglesia Católica, ya que la solución está en educar, no en prohibir y/o reprimir. Pero en honor a la verdad hay que añadir que en la Iglesia Católica, igual que en otras instituciones, siempre ha habido excepciones que han cuestionado la norma establecida.
Si no se reprimiera el sexo, es probable que la gente que gobierna el mundo no pudiera tener la seguridad que tiene para mantener a la gente a raya.
P.- Una de las cosas que me gustan de ti es que nunca das por válidas definiciones universales. En el ámbito de las relaciones, de la sexualidad, ¿hasta qué punto crees que el lenguaje -y lo que entendemos con él- nos constriñe?
R.- Soy bastante contrario a la utilización de muchos de los términos que culturalmente se suelen utilizar. Por ejemplo, femenino y masculino. A mí me gusta hablar de receptividad y proclividad. La receptividad reúne las características positivas de la feminidad, porque la feminidad es un movimiento energético centrípeto, que va de fuera hacia dentro, que acoge. En cambio a la masculinidad la llamamos proclividad porque es un movimiento centrífugo, de dentro hacia fuera, pero que es respetuoso, que no invade la receptividad.
En el libro Nacidos de la tierra utilizamos términos inéditos que no se encuentran en el diccionario, precisamente por eso: para despojar de los contenidos culturales que tienen muchos términos. También utilizamos a menudo la etimología para rescatar el sentido original -etimológico- del término, que con los años se ha perdido.
Deberíamos cambiar la terminología. Si la sociedad estuviera más evolucionada, las personas no tendrían relaciones heterosexuales u homosexuales, tendrían relaciones personales que incluirían -o no- relaciones sexuales. De esta manera las relaciones tomarían una forma específica en cada persona con la que nos relacionamos.
Yo amo a muchísimas personas y las quiero muchísimo, pero no se me cruzan los cables, porque con cada una el amor se materializa de una manera singular, en función de cómo es la otra persona y de cómo soy yo. Cuando me relaciono con alguien, no aplico un modelo u otro, sino que descubro qué modelo de relación se me despierta con esa persona concreta, singular y única.
P.- ¿Qué piensas del término «pareja»?
R.- Creo que es un término que debería estar en desuso, del que deberíamos prescindir. A mí no me gusta ese término ni aplicado a una relación monógama heterosexual. De hecho, hay muchas personas que lo van quitando de su vocabulario, pero todavía está muy arraigado.
Todos aquellos términos que nos llevan inconscientemente hacia un modelo del que nos queremos distanciar habría que sustituirlos por vocabulario nuevo.
P.- ¿Ves factible un cambio de paradigma a medio plazo?
R.- (ríe) ¡No! ¡A largo plazo! Espero que a largo plazo sea posible, porque creo que es necesario y, finalmente, inevitable. Lo que pasa es que es un cambio cualitativamente nuevo. En la humanidad ha imperado la ley del péndulo: pasar de un extremo al otro. Ahora estamos aquí y ahora pasamos al extremo contrario; ahora estamos aquí y ahora volvemos para allá. Pero creo que la sociedad ya está preparada para pasar de la ley del péndulo a la ley de la integración. A nivel político, por ejemplo, esto se traduciría en que, en vez de haber el partido del gobierno y el de la oposición, existirían el partido que gobierna y los otros complementarían a este partido y colaborarían con él. No habría «la oposición», sino que todos trabajarían cooperativamente para mejorar las cosas.
Este cambio, desgraciadamente, no lo veo inmediato, aunque soy optimista. Es la teoría de la «masa crítica», de la que hablaba Deepak Chopra, médico, escritor y conferenciante indio, o la de la «resonancia mórfica», que explica el biólogo investigador inglés Alfred Rupert Sheldrake. Estos autores coinciden en afirmar que cuando un número determinado de personas, animales o plantas vibran en una determinada frecuencia crean una memoria colectiva que hace que otros seres de la misma especie se pongan a vibrar en la misma frecuencia, a pesar de no haber sido adiestrados ni haber tenido ningún contacto, e incluso encontrándose a grandes distancias en el tiempo y en el espacio. Alrededor de 1950 se enseñó unas habilidades nuevas a unos monos de una isla y, cuando hubo un número determinado de monos que lo habían aprendido, se observó que los monos de otra isla con los que los monos adiestrados no habían tenido ningún tipo de contacto comenzaron utilizar las habilidades que habían aprendido los monos adiestrados. La ley de la «resonancia mórfica» de Sheldrake también es conocida popularmente como la ley del «centésimo mono».
Soy optimista porque cada vez hay más personas que tienen una nueva conciencia y, a medida que se vayan multiplicando, confío en que llegará un momento en que -energéticamente- se producirá un cambio inevitable. Y este sistema de ahora -que no tiene salida- se irá auto extinguiendo. Lo que pasa es que falta mucho todavía. Nosotros no lo veremos: yo no y tú tampoco.
P.- Veo complicado este cambio sin volver a un modelo comunitario -horizontal- que me cuesta imaginar …
R.- ¡Claro! Es un modelo de cooperación horizontal. Lo que pasa es que, hasta ahora, todos los experimentos de cooperación horizontal que se han hecho han cometido el error de anular la individualidad. Y la individualidad no se puede anular porque los seres humanos somos individuales y sociales. Somos singulares, y eso quiere decir que necesitamos desarrollarnos como tales, como seres diferentes, pero en interacción con el entorno!
Hace unos años con unos amigos visitamos el primer kibbutz que se creó en Israel. Era el único que quedaba, todos los demás ya se habían cerrado y la gente joven ya no quería vivir en el kibbutz. ¿Qué pasó allí? Que quisieron aplicar esta visión comunista de igualdad anulando la individualidad y no les funcionó. Allí todo lo tenían en común, el dinero lo tenían en común; todos recibían la misma remuneración, tanto los que trabajaban como los que no. Por eso los que trabajaban sintieron, poco a poco, que hacían el primo, porque ellos curraban y otros que no hacían nada recibían lo mismo. Todo esto hizo que la gente joven se fuera desencantando del proyecto. No puede ser, no puede funcionar.
En Navarra hay otra comunidad que ya hace muchos años que funciona. La visitamos también. Todo lo tienen en común y hay gente descontenta. Todo lo tienen en común significa que no tienen espacios privados. Si hay una pareja, duerme en una sala común. Económicamente, si hay alguien que quiera ir de viaje a la India, por ejemplo, tiene que pedir a la comunidad que esté de acuerdo para tener el dinero para ir, etc. etc. A largo plazo lo más probable es que no funcione.
Se debe crear una estructura que respete y potencie el desarrollo de cada uno de los miembros de la comunidad y la comunidad como tal. Debe contemplar ambos aspectos. Y esto tiene que ver con la ley del péndulo que mencionaba antes: o somos individualistas o somos tan comunitarios que anulamos la individualidad.
Si la sociedad estuviera más evolucionada, las personas no tendrían relaciones heterosexuales u homosexuales, tendrían relaciones personales que incluirían -o no- relaciones sexuales
P.- Me gustaría hablar de un gran enemigo de las relaciones, ya sean monógamas o no: los celos. ¿Qué opinas de ellos? ¿Cómo se gestionan?
R.- Los celos patológicos son un producto de la relación de pareja cerrada, exclusiva. La relación de pareja cerrada es muy antigua y, por tanto, los celos está tan arraigados y en niveles tan profundos que hace que sea muy difícil trascenderlos. Pero se deben traspasar.
Detrás de los celos hay miedo de perder a la otra persona. En este sentido podemos rescatar un aspecto positivo porque, si yo tengo miedo de perder a la otra persona, significa que me aporta algo o que yo le aporto algo a ella. Pero, si no partiéramos de la pareja exclusiva, esto no pasaría, porque yo no perdería a esta persona. Y, si la perdiera como compañera de vida, continuaríamos siendo amigos, porque no habría rupturas, simplemente relaciones que se deshacen y toman otra forma.
Para mí, una nueva relación amplía el amor. Si yo no rompo, con esta nueva relación se establece un vínculo de vasos comunicantes y eso me enriquece y a la otra persona también. Todos nos enriquecemos. Lo que pasa es que como la gente suele romper las relaciones, vuelve a empezar y a repetir la historia.
P.- Bueno, muchas personas tienen la percepción de que si no las queremos en exclusividad es que no las queremos suficiente.
R.- Esto es una deformación del amor tremenda. Una persona que busque la exclusividad está deformando el amor, porque el amor no es exclusivo de nadie y es tan inmenso que no cabe en ninguna estructura. Y cuando lo queremos meter en una caja, en una estructura, se desvirtúa, se va. Esto explica que parejas que al principio se querían muchísimo después terminen odiándose. El amor auténtico no muere nunca. El amor que muere no es auténtico. Se le llama amor, pero no lo es.
Los celos patológicos son un producto de la relación de pareja cerrada, exclusiva
Si nos sumergimos en la búsqueda del origen de la pareja, descubrimos que se formó por intereses materiales, no por amor. Así no es extraño que, en la evolución, el amor en el que se fundamenta el modelo actual de pareja sea un amor interesado, no el verdadero amor, que es gratuito. Esto lo puedes leer en uno de mis artículos que aparecen en el Blog de ESTEL, que se titula: La pareja: ¿evolución o estancamiento?
P.- Lo leeré, gracias. Pensaba que, claro, nadie nos enseña nunca a amar…
R.- ¡Esta es una asignatura pendiente!
P.- De hecho, me pregunto si existe la capacidad de amar incondicionalmente, sin esperar nada a cambio. ¿Tú qué crees?
R.- ¿Sabes qué pasa? Que a amar incondicionalmente no hace falta enseñar. Lo que hace falta es remover los obstáculos que lo impiden. Cuando la energía vital, primaria, sexual, la acogemos corporalmente, llega a los sentimientos y se diversifica, espontáneamente aparece el amor.
Hay que aclarar que no todas las relaciones sexuales sirven para ello. Es decir, la energía primaria vitaliza el cuerpo y, si dejo que fluya, el amor es inevitable. Yo te conozco poco a ti, pero te aseguro que te quiero, inevitablemente. Es que no lo puedo evitar, es que es así.
P.- ¿Entonces, cómo es posible que personas que tienen una relación -monógama- se puedan sentir culpables y miserables por amar a otra persona a la vez?
R.- ¡Eso es triste! ¡¡¡Es muy triste!!!
Hay mucha gente que no se pregunta qué es lo que hace que una persona te atraiga. Ahora no hablo del amor. Puede ser una atracción vital -sexual-, emocional o mental. ¿Qué es lo que hace que una persona te atraiga y otra no? Es porque en ti hay un área energética que tiene unas vibraciones que coinciden con unas vibraciones de un área energética de la otra persona. Entonces, al vibrar simultáneamente se produce una resonancia que hace que la energía se amplifique. Es pura física.
Esto es la atracción: una oportunidad que te ofrece la vida -las leyes naturales- para que con esa persona puedas explorar un área de tu mundo vital, de tu energía, que no conoces y que, si exploras, puedes transformar. Si esto lo reprimes, estás reprimiendo tu vida, estás como suicidándote lentamente… porque hay un impulso de vida que reprimes. Estás muriendo en vida.
P.- Aún así -y sabiendo de sobras que somos seres imperfectos- tendemos a esperar que una única persona -nuestra pareja- nos lo de TODO en la vida. ¿Por qué?
R.- ¡Es imposible! ¡Tenemos tantas facetas! La energía que recibimos en el momento de la concepción tiene tantas posibilidades que nunca las agotaremos todas, por años que vivamos. Por lo tanto no hay ninguna persona en el mundo que pueda hacer vibrar todas tus potencialidades. ¡Imposible! De la misma manera que nadie posee toda la verdad, sino que todos tenemos partes de verdad.
Si yo espero de ti que me hagas vibrar aspectos que yo necesito que alguien me haga vibrar y tú no lo haces, esto puede hacer que yo empiece a sentirme decepcionado y a quejarme, atribuyéndote defectos que quizás ni tienes. «Noto que no me amas» o «¿me quieres?» Y el otro qué dirá… pues… «sí». Pero como no me haces vibrar en ese aspecto, no me lo creo. Y todo eso va enrareciendo la relación. Esperar que una sola persona nos dé TODO es meterse en un callejón cerrado, sin salida. El modelo de pareja cerrada nos ha metido en este sinsentido.
P.- Y de alguna manera estamos trasladando también parte de nuestra responsabilidad en esa relación a la otra persona.
R.- Exacto. Lo que pasa es que la responsabilidad no la podemos tener si no somos conscientes de lo que hay. Por este motivo es tan importante entender bien todo el proceso de transformación de la energía… Mientras que la energía no ha tomado una forma que pueda ser identificada por la mente, la mente no se puede responsabilizar. La mente sólo se puede responsabilizar de lo que ve, de lo que conoce. Por eso los niños no son responsables de determinadas cosas.
La atracción es una oportunidad que te ofrece la vida para que con esa persona puedas explorar un área de tu mundo vital, de tu energía, que no conoces y que, si exploras, puedes transformar. Si esto lo reprimes, estás reprimiendo tu vida, estás como suicidándote lentamente…
P.- En un hipotético futuro no inmediato donde seamos más conscientes de nuestra energía, con relaciones libres, ¿qué significado tendría la pregunta «¿Me amas?«. ¿Qué valor le daríamos al amor?
R.- La pregunta «¿me amas?» deberíamos borrarla del vocabulario. Porque, si yo te pregunto si me amas, quiere decir que desconfío de ti. La desconfianza es un enemigo terrible. La confianza debe ser como el amor, no debe tener condiciones. Si yo estoy con una persona, tengo que confiar en ella y, si yo siento que la quiero, es bueno que se lo diga. La afirmación «te quiero» la debemos conservar y utilizar a menudo, pero la pregunta, no.
Por un lado, esa pregunta esconde una desconfianza y, por otro lado, con ella pongo a la otra persona entre la espada y la pared. Le estoy pidiendo una forma de amar que se puede «medir». Y el amor verdadero no tiene medida.
Los términos son muy importantes. Yo soy muy fan de la precisión del lenguaje. Por eso me gustan mucho los idiomas latinos. En el libro Nacidos de la tierra tenemos un apartado denominado “Rendijas”, donde diferenciamos la expresión «estoy enamorado de ti» de «me enamoras». Parece que sea lo mismo, pero no lo es. Si digo: «estoy enamorado de ti», focalizo la atención en el tú y, por tanto, tú eres el amor. Si tú te vas, se va el amor. Cuando yo digo: «me enamoras», lo que estoy diciendo es que tú eres una activadora del potencial de amor que hay en mí; me despiertas la capacidad de amar. Si tú te vas, esta capacidad perdura porque está en mí y te sigo amando. Esta sutilidad puede que a muchas personas les cueste entenderla, pero es muy, muy importante.
La pregunta «¿me amas?» deberíamos borrarla del vocabulario. Porque, si yo te pregunto si me amas, quiere decir que desconfío de ti
Asociar el amor a otra persona es un gran engaño, porque, si se va, se pierde el amor. Y, además, ¡es que no es así! Con las relaciones lo que hacemos es activarnos mutuamente la capacidad de amar. Cuando el amor se pierde es porque en realidad era un engaño. Las parejas deberían evitar el error de caer en la cerrazón, en la exclusividad, en la tendencia a acaparar y controlar al otro.
P.- Además, tengo la sensación -no sé si tú lo compartes- que incluso las parejas monógamas pueden «abrirse», que se trata más de una predisposición, de una actitud vital, que de cualquier otra cosa.
R.- Conozco personas fantásticas que se quieren mucho, pero la estructura de pareja está dañando su relación. Yo siempre les digo lo mismo, que necesitan abrirse. A veces la gente confunde abrirse con tener relaciones con otras personas. ¡No! Abrirse significa que yo te acepto libre y, por tanto, con la posibilidad de que tú te relaciones con otras personas; y que tú me aceptas libre, con la posibilidad de que yo me relacione con otras personas. Cuando esto ocurre en una pareja, normalmente ninguna de las dos personas tiene la necesidad de relacionarse sexualmente con otra persona. ¿Por qué? Porque lo que ahoga es la estructura de cierre. Aunque pasemos a un modelo de relaciones libres, la pareja seguiría teniendo vigencia para muchas personas, porque no tendrían necesidad de relacionarse con nadie más.
Cuando tú haces el amor tiene mucho sentido que disfrutes sintiendo que la otra persona te pertenece y que tú le perteneces a la otra persona, es decir, saber disfrutar tanto de poseer como de ser poseída o poseído, pero en el contexto de hacer la amor. Esto no lo puedes extrapolar, porque emocionalmente no funciona así. Cuando esta posesión -que tiene sentido a nivel físico, de relación sexual- la queremos extrapolar a otra niveles de relación, lo estropeamos todo.
En un artículo que escribí sobre las relaciones AMI* explicaba que en una comunidad puede haber durante una etapa una relación especial de dos personas con el compromiso de no relacionarse íntimamente con nadie más, con el objetivo de sanar heridas del pasado, es decir, con una finalidad terapéutica. En este supuesto pactarían una relación transitoriamente protegida, muy diferente de la típica relación «cerrada». Eso sí puede tener sentido, ya que se podría asimilar a una estructura terapéutica para curar heridas del pasado.
Esperar que una sola persona nos dé TODO es meterse en un callejón cerrado, sin salida. El modelo de pareja cerrada nos ha metido en este sinsentido.
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*Las Relaciones AMI son un proceso en el que las personas que lo viven se proponen evolucionar por el camino constructivo de la vida y avanzar hacia unas relaciones personales impulsadas y vividas desde el AMOR infinito, incondicional, inclusivo e indestructible. A esta experiencia de amor la llamamos AMI por dos razones: en primer lugar quiero destacar que AMI, en castellano, es una abreviación de AMOR I (AM-I), es decir de amor infinito, incondicional, inclusivo e indestructible. Es curioso que en el idioma español –y en otros idiomas de raíz latina- todos estos adjetivos, y muchos otros que se pueden aplicar a este tipo de amor, la vocal del inicio es una i; y en segundo lugar porque AMI es el título, en español, de un libro, de Enrique Barrios, titulado Ami, el niño de las estrellas. El libro refiere la aventura de un niño, Ami, muy curioso, que es llevado por un extraterrestre a descubrir otros mundos, donde existen unos valores y un estilo de vida muy diferentes a los de nuestro planeta.
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LYDIA
Mar 9, 2024 at 19:46
Muchas gracias por esta entrevista me a parecido facinante, y concuerdo con practicamente todo.
Me ha traido un foco más amplio y elevado y con ello he podido hacer una introspección con lo que me rechinaba con respecto a este tema.
El único punto en que difiero es que cuando yo me preguntas » me quieres/amas?», lo pregunto porque me gusta escucharlo, porque me acuna el corazón, porque mi niña se regocija al escucharlo, y desde ahí me lo regalo.
Por lo demás el concepto de relación AMI, me ha traído como esa claridad, de verme, desde donde me gusta o anhelo relacionarme para poder transcender,…a la vez que la abertura del amor es una cualidad de esta misma y como se podría extirparle a dicha energía sus cualidades siendo la nuestra propia.
Se volvería un ataque propio y una limitación del regalo de la existencia que somos.
Muchas gracias.
Un abrazo
Lydia V.
Sandra Bravo
Mar 11, 2024 at 12:49
Lydia,
Muchísimas gracias por tu comentario. ¡Qué bonito que esta charla con Ramon te haya sido de utilidad. La magia de compartir nuestras inquietudes es que aprendemos unas de otras.
Un abrazo,