“Creo que el secreto de esto es saber reconducir los celos, darles la vuelta y que te exciten”
Estoy muy emocionada. Esta es mi primera entrevista para la web y gracias a ella he podido conversar sobre un tema que me parece apasionante y sobre el que creo que se habla poco y mal: la práctica del cornudismo consentido. Aunque mi entrevistado lo explica mucho mejor que yo, se podría resumir en un tipo de relación no monógama en el que una parte de la pareja tiene relaciones sexuales con otras personas, mientras que la otra parte se excita en su rol de cornudo/a (teniendo en cuenta que se trata de relaciones consentidas).
Mi entrevistado se hace llamar Pamplemousse (el apodo que utiliza en páginas de contactos que le permiten buscar corneadores para su mujer), tiene 46 años y vive en Barcelona. Es un hombre inteligente que desprende pasión en cada palabra que pronuncia, con una mente creativa y un tanto caótica. Así pues, más que seguir el esquema de entrevista que tenía planeado inicialmente, me dejé fluir en una conversación que me iba llevando a cada paso por los recovecos mentales de P.
Podría haber estado horas y horas conversando con él, os lo aseguro. Me encantaría que, si os queda alguna duda pendiente, me la hagáis llegar y que compartáis vuestros puntos de vista al respecto. ¡Abramos las puertas al debate! Cualquier opinión es bienvenida, siempre que se haga desde el respeto. Y, dicho esto, disfrutad de la entrevista.
Pregunta.- He leído que un cornudo es el “esposo de una mujer adúltera”. Hay quien prefiere el término anglosajón de cuckold y he descubierto otra expresión que me resulta especialmente curiosa: marido consentidor. En tu caso en concreto, ¿cómo te definirías?
Respuesta.- Esa definición que comentas es la definición tradicional, la del diccionario, pero yo no considero que mi mujer sea adúltera, para nada. Para ser adúltera hay que engañar, y eso es, precisamente, lo que no se hace en este caso.
Cornudo es el término católico, el término clásico, por el que se entiende eso: que una mujer está engañando a su marido. Pero en el término liberal, cornudo es el que participa de la infidelidad -entre comillas- de su mujer. De ahí lo de “marido consentidor”.
P.- ¿No te parece una expresión machista? “Consentir”, como si la mujer no tuviera libertad…
R-. Esa es buena… No es consentir… pero tiene parte de lógica que sea así.
P-. ¿Sí? ¿Por qué?
R.- Porque es cosa de dos, ella no jugaría jamás sola sin que yo lo supiera. Es más ¡Ella nunca ha jugado sola! No es que me tenga que pedir permiso; es una experiencia que disfrutamos los dos, juntos, cada uno a su manera. Ella no se hubiera permitido tener una experiencia que no me gustase.
P.- Parece como un trabajo en equipo…
R.- ¡Es un trabajo en equipo!
P.- Aún no me has dicho cómo te definirías…
R.- A mí me encanta que me llamen cornudo. CORNUDO. Bien pronunciado. Con todas sus letras. Aunque la realidad diste mucho de lo que es.
P.- ¿Y cómo crees que te ven los demás?
R.- Como cornudo. Aunque a mí me gustaría que me consideraran más cornudo de lo que me ven. Es decir, cuando algunos amantes de mi mujer me conocen y nos hacemos amigos, no me ven como cornudo más allá del juego. Todo se vuelve más natural: se acuestan con mi mujer, pero ninguno de ellos jamás, jamás, me ha humillado; que es lo que dice la teoría de Internet que hay que hacer. ¡Y fíjate que tengo ganas de que lo hagan! Pero en la cama. En la calle estoy a satisfecho con la imagen que tienen de mi.
P.- Entonces, ¿consideras que ser cornudo es una forma de sumisión?
R.- Totalmente. Lo que pasa es que luego no es así, no es tanto. En nuestro caso lo llevamos al revés: soy yo quien organiza las citas. Soy yo quien le digo a B lo que me gustaría encontrar en una cita y lo que no, lo que hacemos después y lo que no. Cuando lo ha hecho ella por propia iniciativa –siempre sabiendo que me iba a gustar-, me ha sorprendido mucho y me ha puesto muchísimo más cachondo. Pero en el 90% de los casos soy yo el que tira del carro. No me puedo considerar sumiso. ¡Me encantaría! Pero no, porque ella tampoco tiene un perfil dominante. Cada uno disfrutamos de esa sumisión a nuestra manera. Imagínate la situación: B entregada por completo a su amante; él a satisfacer a B, y yo completamente empalmado, moviendo la colita como un perro, esperando mi momento. ¿Quién somete a quién?
Cuando algunos amantes de mi mujer me conocen y nos hacemos amigos, no me ven como cornudo más allá del juego. Todo se vuelve más natural: se acuestan con mi mujer, pero ninguno de ellos jamás me ha humillado.
P.- Como organizador de todo el cotarro, explícame un poco cómo es la logística de vuestras citas: dónde buscas a los corneadores, en qué lugar follan con tu mujer, en qué momento apareces tú –si es que lo haces-…
R.- Antes de eso, lo que todos los corneadores me preguntan siempre cuando conocen a B es: “Tú, con esta mujer que tienes, ¿por qué la compartes?” Y a mí me encanta contestarles: “yo la tengo todos los días. ¿Tú no compartirías algo así?”
A nivel de logística, ponte en situación, somos una pareja normal, con niños, fines de semana repletos de actividades extraescolares, y sin familia cerca para poder dejar a los niños… y ¡sin sitio! En casa, salvo contadas excepciones con conocidos, nunca hemos organizado nada. Así que, si ya es complicado poder salir a cenar nosotros solos, imagínate quedar con otros. Eso, siempre que la canguro esté disponible o los niños no se pongan malos a última hora, que esa es otra…
Nuestra logística se ha ido “perfeccionando” con el tiempo. Cuando no conoces al chico de nada ni tienes referencias, contactas con él -o ellos contactan conmigo- a través de alguna de las redes sociales, y nos tomamos una cerveza o un café. Los chicos solos. En muchas ocasiones, ella ni se entera. Me gusta «venderla» y que el chico entienda bien nuestro juego… Me pone muy cachondo esa fase. Muy, muy, muy cachondo. Si me gusta el chico, le enseño fotos de ella y videos, de los que no están en las redes, para ponerle también muy cachondo y que desee que llegue el día… Después toca vendérselo a ella… Casi siempre acabo escribiéndole alguna de mis historias, con todo super idílico… Después de tantos años tengo su gusto cogido y sé por donde entrarle mejor. Eso sí, ella siempre tiene la última palabra y marca los tiempos… Por mi estaríamos todo el día quedando… y si es con chicos diferentes, mejor que mejor.
Los días previos son super excitantes, hablamos mucho del tema, estamos todo el rato whatsappeándonos… y en muchas ocasiones hasta me deja sin sexo, ¡para tener más ganas para el chico!
Hay partes del proceso, como el momentos previo a salir de casa: el momento del afeitado… Necesito hacerlo yo, necesito prepararla para que esté impecable para el chico… Me vuelve loco afeitarle el coño para que el chico se lo encuentre suavecito, escogerle la lencería y la ropa que se va a poner. Necesito ser yo, es como si fuera mi contribución. En más de una ocasión -unas cuantas- me he presentado el día antes con un vestido nuevo o la lencería que quería que luciese.
A nivel de gustos sexuales: le digo a los corneadores lo que le gusta a B. Me gusta venderla, en definitiva, me gusta empaquetarla lo máximo posible para que ellos se embelesen y la quieran para ellos, porque luego va a volver siempre conmigo.
Siempre lo organizo todo para tener una experiencia morbosa más allá del sexo. No vamos directamente a follar, aunque ya lo tenga hablado con el chico y, bien en su casa o en algún hotel, podamos rematar.
De hecho, lo que más me excita –y a ella- es la interacción en público. Que alguien pueda verla conmigo y después besándose con otro hombre, me encanta. Si además se meten mano, ya ni te cuento. ¡Me encanta la provocación! Por ejemplo, en San Valentín estar los tres cenando en una mesa y que la gente del restaurante piense “con quién de los dos está”, me encanta. Ese juego morboso es lo que más me gusta.
P.- Hay quien le llama la “emoción del cornudo”, ¿verdad?
R.- Exacto. La emoción del cornudo es que los otros vean lo cornudo que eres. El sexo en sí son cuatro paredes y tres personas… Que la gente que tienes alrededor, que no tiene nada que ver, se de cuenta… ¡Y además provocarlo!
Recuerdo una frase del Fary que decía: “De nada sirve acostarse con Ava Gadner si nadie se entera”. Pues esto es lo mismo… Hay un punto exhibicionista que da mucho morbo.
Aunque, cuando lo organizas tú todo, sabes más o menos lo que va a pasar: vas a presentar a tu mujer a un chico y se van a morrear, meter mano o irse al lavabo a follar. Cuando lo organiza ella es completamente distinto, porque ahí sí que vas vendido. ¡Eso sí que es realmente emocionante! Que se meta en mi cabeza y diga “le va a gustar esto, esto y esto”.
Me encanta cómo me mira mi pareja en el momento de llegar al orgasmo. Me mira diciendo: “me está follando este y me lo estoy pasando de puta madre, pero estoy contigo”.
P.- Además de provocar en público, ¿qué otras cosas te excitan de ser cornudo?
R.- Cómo me mira mi pareja en el momento de llegar al orgasmo. Me mira diciendo: “me está follando este y me lo estoy pasando de puta madre, pero estoy contigo”. ¡Me vuelve loco!
P.- Antes comentabas que los corneadores siempre te preguntan “por qué quieres compartir a tu mujer”. Después de escuchar lo que has dicho de la mirada no parece que sea tanto un “compartir”. ¿Tú cómo lo ves?
R.- No la comparto. A ver… sí y no. Para mí esto es un juego. Jamás me permitiría buscarle un tío feo, ni un tío que no me gustase. Siempre tengo que buscar lo más de lo más de lo más, y que yo los considere más guapos, más potentes, mejores amantes que yo. Porque es un desafío: “tú –que en teoría eres mejor que yo- te la follas, pero se va a venir a casa conmigo luego. Por algo será”. Es ese “por algo será”.
¿La compartes? Sí, claro, y en los momentos más íntimos que se pueden dar… Pero es siempre por el desafío de que volverá conmigo, a pesar del polvo que acaba de echar.
P.- Entonces, ¿podrías decir que este juego te aumenta la autoestima sexual?
R.- Ahora sí. Pero como en todo proceso no siempre ha sido así. En los inicios, las primeras veces, me hundía. Claro, llegaba un tío, guapo a rabiar, con un pollón que te cagas y, sin conocer a B de nada ni tener la experiencia sexual que yo tengo con ella, le hacía correrse mil veces o le descubría cosas que yo no había conseguido que ella ni siquiera se plantease, y dices ¡joder!
Era follar con alguien y yo intentar repetir todo lo que veía que le había gustado. Y eso psicológicamente te hunde. A ella también. Ella decía: “yo quiero a mi marido de siempre. Esto son cosas puntuales. Es como cuando te comes un pastel. No te lo comes todos los días. Yo quiero al de diario”. Pero ahora ya no me comporto así. Tardé tiempo en comprender que nuestra vida sexual de pareja era increíblemente buena, y esto es solo la guinda.
A B nunca le ha gustado conocer gente nueva, prefiere el “malote” conocido que el bueno por conocer.… Ella es de repetir. Y yo jamás lo he entendido, lo de repetir. Yo prefiero muchas pollas, que sea muy zorra, que se la follen muchos. Pero ella me decía: “quiero llegar a follar bien. Quiero repetir”. Vale, sí. Pero repetir quiere decir que haya más lazos, que haya una amistad, un conocimiento, algo más… Y, en mi mente de cornudo, lo confundía con que él podía estar enamorado de ella y ella de él; cuando en realidad era compenetración… Cuanto más conoces a una persona, más sencillo resulta todo, más te sueltas e infinitamente mejor es el sexo.
Por ejemplo, con J (un amante habitual de B con quien P tiene una relación actual excelente) al principio, estaba convencido de que había algo más… Bueno, quería creerlo… y esa continuidad, ese conocernos mucho más de lo habitual, nos ha dado momentos antológicos.
Jamás me permitiría buscarle un tío feo ni un tío que no me gustase. Siempre tengo que buscar lo más de lo más de lo más, y que yo los considere más guapos, más potentes, mejores amantes que yo. Porque es un desafío
P.- Entiendo entonces que el hecho de que tu mujer se “enamore” de sus amantes no es un límite en vuestro caso. Parece incluso un aliciente para ti. ¿Qué límites le ponéis a este juego? Si es que tenéis alguno
R.- Me gusta pensar que se enamora, porque supone un aliciente más en el reto de que vuelva a casa conmigo, pero no es la realidad, solo en mi mente. Ella no se lo permite. Tardamos lo que tardamos en iniciarnos en esto porque ella es muy sesuda… Como siempre, la mujer es la que piensa con la cabeza y el hombre con la polla… El día que nos “desvirgaron”, ella ya tenía muy claro la diferencia entre sexo y amor.
Por supuesto, tiene sus favoritos -como yo los mío- con los que hay una relación mucho mas allá del sexo, y eso, en más de una ocasión me ha hecho confundir las cosas… Mi mente calenturienta va a su bola.
En un primer momento teníamos el límite que siempre íbamos los tres. Siempre. Primero le conocía yo, después quedábamos los tres y luego, después de un par de citas, quedaba ella sola.
Más adelante, en otras ocasiones, por logística o por el morbazo que supone, fue ella la que quedó la primera. Yo hablé con el chico, nos gustó desde el primer momento -incluso sin llegar a verle – y decidí que fuese ella sola. Por jugar.
Pero yo siempre necesito más. B y yo llevamos juntos toda la vida. Ella nunca ha tenido la necesidad de ligar. Nunca ha salido a ligar. Y yo me empeñé en que tenía que ligar, pero además en situaciones normales. Con chicos que no son liberales. Hemos salido unas cuantas veces… De esto que te vas a cenar, acabas en el Luz de Gas, y… sí, se ha atrevido a ligar, a morrearse mientras yo la observaba desde el otro lado de la pista… aunque luego nunca se ha atrevido con el “ahí está mi marido. Nos vamos los tres”.
En una ocasión, en un bar, no hacia más que mirarse con un chico, pero ni él ni ella se atrevían a dar el paso porque estaba yo… Me acerqué yo al chico y le dije: “mi amiga quiere conocerte, y por lo que parece tú también a ella”. El chico se llevó un susto de muerte… Hasta que le repetí lo de “mi amiga”. No pasaron del morreo, magreo y calentón, mientras que yo me quedé con los amigos del chico tomando una copa y explicándoles que éramos dos amigos divorciados que, aunque follábamos de vez en cuando, no éramos pareja. ¡Fue divertidísimo! Tenían como quince años menos y estaban todos alucinados de que su colega se hubiera levantado a una mujer como B… y conmigo delante.
Así que, el año pasado, a raíz de un viaje de trabajo de B, le dije: “sal y liga”. Lo hizo: ligó y folló, en más de una ocasión, con un chico que no era del ambiente. Fue todo muy raro: la distancia, el que yo no estuviera allí, que el chico no fuese consciente de que éramos swingers… La experiencia nos sirvió para decirnos que nunca más. Si no podemos compartirlo todo, si los tres no somos conscientes de cuál es el juego, no es divertido.
Respecto al sexo, metidos en faena, no tenemos límites. Creo que hemos hecho de todo… y no solo una vez… Bueno, ella es la que marca lo que le apetece y lo que no… A mí cuantas más cosas y más límites se salte, más me pone… B tiene una máxima: “yo pruebo, pero de lo que no me gusta, no repito”.
En los inicios, las primeras veces, me hundía. Era follar con alguien y yo intentar repetir todo lo que veía que le había gustado. Y eso psicológicamente te hunde. A ella también.
P.- Y en todo este proceso, ¿no sientes celos en ningún momento?
R.- Sí, muchos, y cuantos más, más excitante resulta. Yo creo que el secreto de esto es el saber reconducir esos celos, darles la vuelta y que te exciten.
En un primer momento, cuando no conoces a los corneadores, los celos son mayores, “coño, acaba de conocerle y ya está entregada por completo”. Cuando ya has entablado una cierta relación con ellos, los celos vienen por el “¿por qué quiere repetir con este?”, o cuando la ves cómo se entrega a ellos, rompiendo algún tabú. “¿Qué habrá visto en él para que ella consienta que le haga eso?”
No son siempre el mismo tipo de celos, ni las sensaciones que provocan… Eso sí, a mi en vez de en un nudo en el estomago, se me manifiestan en forma de erecciones.
P.- ¿Qué relación tienes con los corneadores?
R.- Bastante buena y me gusta fomentarla fuera de lo que es el “mundillo”. Con los que mejor relación acabas teniendo ya no son corneadores, son amigos con derecho a roce. Desde el inicio, solo hemos rematado con gente que fuese afín a nosotros, con los que si te encontrabas con ellos en un bar o por la calle, no se convirtiera en un marrón, sino que te apeteciera hablar con ellos y no tuviéramos problemas en presentárselos a los amigos verticales*.
De todos hay dos que son especiales, J y T (otro corneador habitual de B). No me canso nunca de quedar con ellos. Lo que más me gusta es la complicidad que se crea… Es como si fueran los novios de mi mujer, es más, ¡uno de ellos hasta le pidió salir! No quedamos solo para follar, aunque casi siempre acaben en la cama.
P.- He leído que al corneador se le considera un macho alfa superior que tiene la capacidad de enamorar tanto a la mujer como a su cornudo. ¿Tú estás de acuerdo con eso?
R.- Es que si no te enamoran, no tiene gracia.
P.- O sea, tú te enamoras de los corneadores.
R.- Eeehhh… No me enamoro. Me embelesan. Son los Adonis de mis fantasías, esos chicos con los que he soñado que mi mujer iba a tener sexo. Y, créeme, mis fantasías son muy estéticas, muy de película de Hollywood… No siento ninguna atracción sexual por ellos. En ese sentido me considero muy hetero. Pero son altos, guapos, tienen cuerpazos, con conversaciones inteligentes y muy interesantes. Más allá del sexo, hacen realidad tus sueños, compartes mucha más intimidad que con cualquier otra persona… y encima provocan que B y yo nos pasemos follando como locos todo el día…
P.- ¿Qué es la competencia del semen?
R.- Esto es muy divertido. A ver… toda esta teoría se basa en una reacción animal: cada macho tiene su hembra y cuando la hembra tiene relaciones sexuales con otro macho, el macho de la pareja intenta taponar el útero para que el semen del otro no llegue. Es decir, cuando el otro eyacula, aunque no llegue al útero -obviamente, por el preservativo-, provoca una reacción en el macho de la pareja que hace que eyacule muchísima más cantidad de semen para compensar –y superar- el semen del otro. ¡Es espectacular! Yo las eyaculaciones más bestias que he tenido en cantidad han sido siempre después de que B tenga relación con otro; ya sea en casa en diferido o automáticamente después. ¡Alucinante! No me lo creía. Además, estas en la tercera o la cuarta vez… y dices: “no, ya no va a salir nada” y… ¡Dios! ¿Qué ha pasado?
Eso por un lado. Y por otro lado dicen que, cuando el cornudo prueba el semen del otro, ya sea directamente o a través de su mujer, es como que se siente embelesado, enamorado. Yo cuando lo hago, lo hago por el morbo y porque, de alguna manera, me gustaría ser más sumiso, como te decía antes. Me encantaría que B dijera: “¡Come, cornudo!” Ha tenido épocas que lo decía, pero lo decía porque yo se lo pedía. ¡Jamás ha salido de ella! Nuestra relación de cornudo es muy light. Bueno, muy light no. Muy heavy en cuanto a las experiencias, pero muy light en cuanto al trato. Porque la típica parafernalia pornográfica de que me humille y me haga el símbolo de los cuernos, en plan, “mira, cornudo, cómo me follan” o “este la tiene más grande que tú”… ¡Todo eso ha costado mucho! Solo el hecho de que me pusiera los dedos (haciendo los cuernos) delante de otro chico… ha costado… Para mí ese símbolo es como que me diga: “me acuerdo de ti, me acuerdo de lo que te gusta, a pesar de que ahora me esté entregando a otro”.
Creo que todos los hombres –aunque nos cueste reconocerlo- tenemos ese morbo que nuestra mujer sea nuestra actriz porno, o sea, que protagonice la peli que tenemos en la cabeza. Pero la mayoría no se atreve ni a plantearlo.
P.- ¿Crees que hay muchos cornudos y hot wifes dentro del armario?
R.- Todos los tíos son cornudos. ¡Sí! Mira, todos los chicos con los que hemos mantenido una relación más o menos larga han querido ver a B follando con otro y ser ellos los que hacían de cornudos. ¡Todos! Pero es que además cuando hemos hablado con alguna pareja, también.
Es decir, yo creo que todos los hombres –aunque nos cueste reconocerlo- tenemos ese morbo que nuestra mujer sea nuestra actriz porno, o sea, que protagonice la peli que tenemos en la cabeza. Lo que pasa es que la mayoría no se atreve ni a plantearlo.
P.- ¿Y al contrario? ¿Crees que hay muchas mujeres cornudas, es decir, que viven la sexualidad como tú lo haces?
R.- Sí… Yo conozco dos, manifiestas y validables. A ver, creo que se da mucho más la práctica de la mujer cornuda “clásica”. Mucho más. Mujeres que saben que sus maridos van de putas, que tienen amantes…
P.- Pero eso es más bien resignación. Yo me refería a cornudas consentidamente.
R.- Yo creo que con los tiempos que corren no es resignación. Ya sois lo suficientemente fuertes, independientes y ganáis lo suficiente como para decir: “Ahí te quedas!” Pero como dicen por ahí: “Tu marido se está follando a no-sé-quién” y la mujer contesta: “Uy, mejor, así esta noche no me da la vara a mi”, o sea, que esto está como muy aceptado, muy asumido. Otra cosa es el juego.
Dentro del mundo swinger, qué pasa si la mujer es la cornuda y su marido… eeehhh… no sé cómo sería el término en el caso del tío… Lo primero que piensan los otros es que ella no folla por algún motivo, no porque le guste esto, sino porque está engañada o sometida… o, como dices tú, resignada… Y les cuesta mucho trabajo en este sentido.
Siempre he tenido la fantasía de quedar con una pareja donde ella sea cornuda, pero de verdad -como yo-, y ver cómo nuestros respectivos se lían y follan… No sé, explorar y compartir todas esas sensaciones que tengo yo, en directo, con una mujer cornuda… ¡Y mira que he buscado!, pero nada. Por lo que sea, no se ha cruzado ninguna en nuestro camino.
P.- ¿Cuál es, según tu punto de vista, el mayor cliché que pesa sobre tu manera de entender la sexualidad?
R.- Que el cornudo es eyaculador precoz, que es impotente, en definitiva, que ellas son insaciables y que él es incapaz de satisfacer a su mujer. Ese es el mayor cliché de todos. Yo me lo he encontrado y me encanta destrozarles esa visión. Pasa sobre todo con los amantes más jovencitos. Lo más mayores suelen entender todo esto mejor.
Si el cornudo es el hombre, todo el mundo lo entiende. Si lo es la mujer, automáticamente se cree que su marido la tiene sometida y que ella aguanta lo que sea por estar con él.
P.- ¿Te excita que los corneadores sientan envidia de la relación que tienes con tu mujer?
R.- Esto es lo que más problemas nos ha causado en este mundillo. A ver, más problemas, no… No sé… Hay gente que nos dice: “Es que nos dais mucho asco –de envidia-, es que no se os puede ni ver: tu mujer con otros, tú te matas a pajas con tu mujer, le organizas las citas, luego tenéis los niños… Sois como muy melosos, y se os ve enamorados…” Sí, lo sé, damos envidia, pero a todos les digo lo mismo: “Es que yo me lo he currado mucho para llegar hasta aquí”. Cuando le explicas a la gente que me he pasado dos años escribiéndole a mi mujer cada día explicándole mis fantasías antes de iniciarnos, te dicen: “Ah, sí, vale”. No, no, ¡es que son dos años escribiendo todos los puñeteros días una fantasía tras otra! Sin además, en un montón de ocasiones, tener feedback. Me he ganado esa envidia. Me la he currado.
De alguna manera, no es que esto nos haya rescatado como pareja –no teníamos problemas, no buscábamos nada que no tuviéramos en casa-, para mí esto es complicidad. Lo más destacable de todo esto es la complicidad que genera el haber dado con algo que nos gusta a los dos. Ya no necesitamos ni hablar para saber si es el momento, si nos ha gustado…
P.- ¿Crees que la sociedad algún día normalizará este tipo de relaciones que ahora son claramente no convencionales?
R.- No, porque van contra todo lo establecido. Hombre, tampoco imaginaba hace veinte años que se aprobaría el matrimonio gay, pero esto va demasiado contra… no sé…
Hay una cosa que me encanta, que es jugar a la ambigüedad con los que no son del ambiente. Por ejemplo, con amigos de toda la vida , que te hablen del Training (un club de intercambio de parejas de Barcelona), de que hay cada vez más cornudos y tú seguirles el juego y dejar entrever que sabes, pero no sabes. Esa duda, esa ambigüedad… ¡Es divertidísimo! Es un juego que me gusta mucho. Porque siempre he considerado que soy mucho más avanzado que todos ellos. No más avanzado, pero por mi profesión, a nivel político, social, todo… soy mucho más liberal que ellos. Y en el sexual también, pero no se lo puedo decir. No lo puedo decir porque sé que me iban a etiquetar. A mí me daría igual que me etiquetaran, a B… eeehhhh… le daría igual; profesionalmente no le puede afectar, pero en nuestro ámbito familiar, sí.
Además, tiene su gracia formar parte de una especie de sociedad secreta. En el momento en que todo el mundo pueda acceder a fiestas o a clubs porque todo el mundo sepa que existen… no sé… Ahora te hace sentir como más… distinto, y eso es muy importante. En el momento en que esto se pierda, no sé, buscarías otra cosa.
P.- ¿La monogamia?
R.- Sí, exacto, buscarías la monogamia. Empezamos hace cinco o seis años, y cuando lo hicimos ya había boom, pero no lo de ahora. Se ha popularizado demasiado, se ha puesto de moda. Hablan en las teles de esto. Cuando empezamos, no.
El mayor cliché de todos es que el cornudo es eyaculador precoz, que es impotente, en definitiva, que ellas son insaciables y que él es incapaz de satisfacer a su mujer
P.- ¿Cuándo asumiste que te gustaba ser cornudo?
R.- El día que empecé a soñar con ello. Fue una noche que mi mujer tenía una cena de aniversario de un compañero. Como estaba enfermo y medicado, no pude acompañarla. Conozco a todos sus compañeros y mi mujer jamás me había dado motivos para sentirme celoso, pero se hacía tarde y no llegaba. Me mandó un mensaje diciendo que se iban a tomar una copa más. Las tres y no llegaba. Ningún mensaje… Las cinco, las seis… Y todo esto en la cabeza, tac, tac, tac, tac… ¡Está con otro! Esa noche no dormí, por supuesto, y antes de que B llegara a casa ya tenía escrita la historia. Y la historia era que había conocido a un tío y se lo había cepillado. No pasó nada de eso, pero es que dices: “¡Coño, me he matado a pajas toda la noche!” Era como cuando tenía 15 años, que te corrías y al segundo estabas empalmado de nuevo y… otra vez; te corrías y… otra vez.
Habíamos pasado muchas épocas de nuestra vida separados, y nunca había tenido celos de ella. No sé si fue la medicación o el cambio de vida radical que hice después, pero me dije: “A mí me gustaría disfrutar de mi relación con mi mujer así”, y fue lo que generó todo.
Desde entonces no he parado de escribirle con todas mis pajas mentales. Ahora no tanto como al principio, pero la novedad es que ella ahora también me escribe.
P.- ¿Le ves fecha de caducidad a esta manera de enfocar vuestra sexualidad?
R.- Ella dice que a los 50. Yo espero que no. B dice que todo esto lo hacemos para reírnos cuando estemos en el asilo; para tener cosas interesantes que contarnos. Yo estoy convencido de que va a ser así. No sé, ¿qué vas a compartir cuando estés en el asilo, que tuviste un trabajo, los niños y todo eso? Nooo. Me dan mucha envidia las personas que fueron liberales durante los 70. ¡Como se lo deben de estar pasando ahora! La gente vive de recuerdos. Si tienes buenos recuerdos con la mujer a la que quieres y cincuenta años después le puedes decir: “¿Te acuerdas de aquella noche con J?” No sé, es que hasta me gustaría que estuviera J por allí en ese momento haciendo alguna de las suyas. Me da mucho morbo el acumular recuerdos.
P.- ¿Tienes amigos cornudos con los que hables de esto?
R.- Sí, pero jamás hemos quedado con ellos ni con otras parejas cornudas. A ver, yo no me considero guapo ni con planta ni nada de esto, pero, cuando les he visto, la sensación que he tenido ha sido: “si es que no me extraña ¿pero tú has visto a tu mujer y te has visto a ti?” ¿Qué lo mismo deben pensar otros de mí y de mi mujer? Sí, seguro.
Los cornudos que conozco son del pelo clásico, que ni les organizan citas a su mujer ni nada de nada. Ella decide, ella… todo, todo. Claro, cuando les cuentas cómo es lo mío, no lo envidian, porque jamás se lo hubieran podido plantear. Todos dicen “es que mi mujer es muy puta”. Yo jamás he dicho eso de mi mujer. Mi mujer no es muy puta -una zorra, si acaso-, pero lo veo de forma diferente. Ellos no lo dicen con desprecio, pero sí con el tono clásico de “no me ha quedado más remedio”.
Nosotros hemos tenido una época que parecíamos los gurús del cornudismo. No es el presumir de que éramos los más cornudos, no. Cuando nos metimos en esto, compartimos todas estas situaciones como si fuese un sueño y, si no era como en nuestra fantasía, pues no lo hacíamos. Cuido mucho todos los detalles, para que mi Diosa -que no la puta de mi mujer- tenga experiencias maravillosas.
P.- ¿Hay algún libro, película, documental que puedas recomendar a alguien que quiera saber más sobre tu manera de entender la sexualidad?
R.- El problema de toda la literatura es que es demasiado extrema. Demasiados clichés. Hay una película francesa de los años 80, El marido de la peluquera que, aunque no habla expresamente del tema, a mi me encanta… Va de la obsesión de un hombre por su mujer.
Internet está plagado de webs y blogs sobre el tema, y dicen que la palabra cuckold es una de las más buscadas… Pero cuando lees algo o ves una peli, es siempre lo mismo: la hot wife es insaciable y quien manda, y el cornudo, un títere; no se folla nunca a nadie que no sea su mujer; el cornudo lleva un cinturón de castidad; el cornudo es humillado; el cornudo… Sí, ese es el cornudo clásico del porno, pero no nuestro rol. Hoy en día cada uno tiene sus gustos.
Nosotros empezamos todo esto haciendo tríos con otros hombres. Esa era mi fantasía: verla disfrutar del sexo con otros hombres. Era sobre lo que siempre le escribía, pero no lo enfocaba hacia el cornudismo. Ni siquiera lo conocía como tal; simplemente era la fantasía de verla con otros hombres. Después B insistió en que quedáramos con parejas, porque se sentía mal –y porque en el fondo pensaba que yo quería entrar en el ambiente para follarme a otras-. Conocimos a una pareja con quien hubo mucho feeling y tuvimos mucho sexo, durante mucho tiempo, hasta que hubo un momento en que dijimos “hasta aquí”.
Cuando quedábamos con otras parejas yo siempre elegía por el chico. A mí la chica me tenia que gustar, pero me daba un poco igual, porque lo que quería era ver a mi mujer con otro. Pero tampoco soy un cabrón y, si quedábamos con una pareja, me dedicaba a la otra mujer. Esto hacía que no me pudiera recrear con lo que estaba haciendo mi mujer, que era lo que quería. Y además, psicológicamente, el hecho de no estar donde quería estar… ¡gatillazo! Por eso volvimos a empezar a quedar con chicos solos. Y a raíz de eso, lo comenzamos a enfocar más al tema del cornudismo.
En paralelo, conocimos a L (una mujer) y a mí me encantó. B llegó a pensar que estaba colgado de ella, pero en realidad lo que me excitaba era su propuesta de humillación que mi mujer no me daba, L es ama. Ahora, somos los dos muy amigos de ella, la veo casi todas las semanas, cuando no hablamos por whatsapp, y a los dos nos encanta tenerla en nuestra vida. Luego apareció Y (otra mujer). Desde el principio me cautivó… Le dije que no íbamos a follar nunca, pero que cada vez que quedásemos volvería follada a casa… ¡Qué bien me lo he pasado cada vez que hemos quedado! Con ella descubrí que no hace falta estar enamorado para sentir ese placer que me da ver a una mujer que se corre con otro tío mientras sé que está pensando en mi. Aunque, en realidad, no son practicas muy heterodoxas del cornudismo: el cornudo de los libros nunca queda con otra mujer, y esta todo el día a disposición de la suya.
A mi mujer no hay nada que más le excite que que esté pendiente de ella todo el día: que le escriba, que le diga que le quiero, que le diga lo guapa que está… que le adule. Cuando le escribo es mi Diosa. De lo primerito que le escribí la comparé con una obra de arte que yo había pintado. Era un cuadro que consideraba mi obra maestra, pero lo tenía encerrado en el estudio y no se lo quería enseñar a nadie, hasta que piensas: “me encantaría que alabaran el pedazo de obra que tengo”. Y al final cuanta más gente la vea y más gente comparta esa pasión, más voy a disfrutar. Esa es la metáfora de nuestros inicios… y caló, pero costó mucho que ella pudiese creer que yo la consideraba mi obra de arte. Poco a poco, con mis actos, se ha dado cuenta de que era verdad.
He descubierto que no hace falta estar enamorado para sentir ese placer que me da ver a una mujer que se corre con otro tío mientras sé que está pensando en mí
P.- Hablando de tu mujer -y ya para terminar-, ¿cómo vive ella su parte de hot wife?
R.- Ella piensa completamente distinto. A ella no le gusta nada el juego del cornudo. No le gustan las etiquetas. Odia las etiquetas; cuando a mi me gustaría que se tatuase una Reina de Picas** y fuese enseñándola por ahí.
El que yo ponga en la página (se refiere a su perfil en una página de contactos swingers) que soy cornudo lo acepta, pero porque limita mucho el tipo de chicos que nos contactan; no por otra cosa. Jamás iremos a una fiesta de hot wifes. Nunca.
A B tampoco le gusta relacionarse conmigo como cornudo/hot wife fuera de lo que es el ámbito sexual, aunque muchas veces le he suplicado que fuésemos cornudos 24 h. -tanta literatura, no sienta bien-. A mí me da un morbazo tremendo cuando ha quedado con alguien que me llame al trabajo y me diga: “oye, que he quedado, vete para casa, al súper, pon una lavadora, plancha, haz la cena, encárgate de los niños…” Jamás me lo ha dicho. Tendrías que verme. Esos días soy el mejor padre del mundo. Estoy hiperactivo… Sin que me lo pida. Me llevo a los niños a cenar por ahí o les hago cena especial. ¡Me encanta! Es como “si tú eres la mejor Diosa, yo soy el mejor padre”.
Pero a ella lo que le encantan son los tríos; le encanta que yo participe, y me lo reclama. Con J, por ejemplo, siempre acabamos haciendo tríos. Aunque a mi me pone mucho mirar. A B también le cuesta mucho calentarme con expresiones cornudas. No puede con eso. Yo la veo como una hot wife, pero ella no lo es. Y para ella es impensable que la puedan relacionar con alguna de esas hot wifes que maltratan a sus maridos. Yo lo respeto y la protejo mucho en este sentido. Le hago vivir todo esto como un sueño: quiero que vea solo la parte bonita.
Tiene que ser todo perfecto. Cuando no salen las cosas como yo tengo en la cabeza, me frustro mucho. Y no hablo exclusivamente del sexo. He llegado a escribirle a corneadores los mensajes que tenían que enviarle a B. Alguna vez me ha gustado mucho un chico, por su carácter y su percha, pero luego he visto lo que quería escribirle a B y le he pasado yo el texto. Incluso a veces les he indicado yo las pautas para comportarse con B: “vas a hacer esto, esto y esto”.
Aunque luego te encuentras con chicos, como J o T, que te destrozan todo lo que preparas, y lo hacen con una gracia que te lo superan cien mil veces, y mola que te sorprendan. ¡A mí es muy difícil sorprenderme!
Llega un momento en que, como ya lo hemos hecho todo, dices “¿y ahora qué hacemos?. ¿Repetir las mismas situaciones de antes?” No, necesitamos reinventarnos. Y en esas estamos. Ahora nos ha dado por las cuerdas, los látigos…, pero dices “¡Coño! ¡Que los látigos suenan mucho en casa, que los niños se van a despertar!”
—-
* En el ámbito del intercambio de parejas (mundo swinger) se suelen utilizar mucho las expresiones de “relaciones verticales y horizontales”. Las primeras vendrían a ser los amigos de toda la vida, con los que no mantienes prácticas sexuales ni la misma visión sobre la sexualidad –en la mayoría de casos los amigos verticales desconocen incluso que sus allegados son swingers-. Las relaciones horizontales, por el contrario, son aquellas con quien sueles quedar para practicar sexo o, como mínimo, compartes una visión similar de la sexualidad.
**La reina de picas está asociada sexualmente a las mujeres que tienen preferencia por los hombres negros de polla inmensa y, por extensión, está vinculada al imaginario cuckold / hot wife.
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22 Comments
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frank
Oct 15, 2018 at 22:31
Mi mujer se quiere tatuar la reina de picas, igual que yo es una entusiasta de las inmensas pollas negras ….me considero cornudo bisex
Sandra Bravo
Oct 18, 2018 at 13:17
Grcias por tu comentario, y disfrutad muchísimo de vuestra intimidad y deseos compartidos 🙂
Raul
Oct 20, 2018 at 02:33
Me ha encantado la entrevista dadoque , si no al 100×100, me identifico muchisimo con el cornudo de la entrevista. Nosotros somos de Valladolid. Lastima que sea tan lejos.
Sandra Bravo
Oct 20, 2018 at 10:17
Gracias!!! Me alegro que te haya gustado y hoy en día nada está tan lejos como parece 😉
Fran
Nov 9, 2024 at 12:47
Muy buena entrevista. Magnífico!!!
Sandra Bravo
Nov 13, 2024 at 16:44
Gracias 🙂
Carlos
Oct 25, 2018 at 15:26
Buena entrevista. No estoy de acuerdo con todo, pero yo también he hablado con mi mujer para que se acueste con otros libremente. Eso me gustaría mucho, y que luego me lo contara. También hacer un trío con otro chico, aunque no siempre. En ocasiones parece que está convencida, pero cuesta dar el paso. La dificultad es encontrar algún hombre adecuado y que no nos mire( sobre todo a mí), como bichos raros. Nuestra sexualidad es buena, no tiene nada que ver con que no estemos satisfechos. Pero desde que estuvimos separados 2 meses( tuvimos una crisis de pareja), y ella se fue con otro, me he dado cuenta que eso me excitó mucho, me puso a cien. No sé si por lo que se dice de la competencia del esperma. Pero lo cierto es que yo me sentía como un adolescente, con mucha energía sexual. Y todo fue porque ella se fue con otro. Por eso ahora me gustaría mucho que lo hiciera. Lo hemos hablado, pero no sé si lo acabaremos haciendo regularmente. Ojalá.
Orlando
Nov 12, 2018 at 14:06
Tienen que hacerlo con que ella se fue!!a mi me paso lo mismo nos separamos por 6 meses y ella tenia un amante cuando volvimos le propuse hacer un trio con el amante de ella y acepto creeme que me di cuenta porq ella queria estar con el es moreno de cuerpo fibroso muy ardiente y su pene de 23 centimetros,por lo general lo haciamos los fines de semana el venia a nuestra casa tomabamos algo y luego haciamos el trio era insaciable el moreno no acababa una noche hiso el amor con mi mujer toda la noche ella quedo de coma al otro dia no podia levantace y yo le lleve el desayuno a los dos en la cama el se fue luego de desayunar y yo sugui atendiedola a alla que estava muy cansada de tanto sexo la noche anterior y desde entonces somos muy felicez,ahora tiene un nuevo amante casado que viene a casa cuando puede escaparce de su mujer
Lalo
Mar 15, 2020 at 00:13
Excelente acertada y realista definicion
andres
Nov 12, 2018 at 18:01
Interesante y señal que no hay dos cornudos iguales. Yo soy un sometido y humillado y me encanta serlo, mi mujer es muy sexual pero selectiva. Va enamorando de a un candidato, el encontronazo puede durar un fin de semana o un año – pero dificilmente más. Jamás se le ocurriría invitarme a un trío; yo cuido los niños mientras ella se va un fin de semana con su novio. Mucho cornudo que escribe blog dice que el amor y el sexo van separados y que el amor queda del lado de la pareja estable, bla bla… Yo creo que das por terminado el amor de tipo romántico y fundas una relación ama-cornudo que a ambos encanta. Sus amores son con sus sucesivos amantes, ha sido así por años. Romance, sexo, pasión, todo con su macho de turno; en casa la espera un sirviente. De mi parte hay una suerte de veneración hacia ella y una exitación permanente. La sexualidad de la mujer dominante es muy superior a la de compañera que debe guardar fidelidad o la menos prometerla, su líbido se recarga siempre y lo que comparte de eso contigo ya es sublime.
Sandra Bravo
Nov 12, 2018 at 19:02
Muchísimas gracias por leer la entrevista y compartir tu experiencia 🙂
Fernando
Jul 6, 2020 at 19:58
Recien he descubierto esta página, y me llamó mucho la atención lo que escribe, porque en alguna medida se asemeja a lo que yo siento y que he consultado más abajo. Te lo copio porque me gustaría saber tu opinión, sobre todo, que tienes experiencia en este tipo de relaciones.
«Quiero consultarte tu opinión sobre algo que me inquieta. Soy un hombre maduro, sobre los 50 años, no soy casado y tengo una pareja –Leila- de una edad cercana a la mía; cada uno vive en su casa. Ella es separada, con dos hijos mayores que ya son independientes.
Desde hace varios años, que tengo la fantasía, que aún no ha pasado al plano de la realidad, de ver como ella es penetrada por un macho con una verga gruesa y cabezona (tengo una fijación con el grosor), y mientras ella tiene sexo con el corneador, yo les proporciono sexo oral a los dos.
Me imagino lamiendo y besando sus sexos, y limpiándolos con mi lengua cuando acaben. En mis fantasías, también acepto mamar la verga del macho hasta sentir que acaba en mi boca; pero, no siento ningún deseo de ser penetrado o aceptar caricias de otro hombre; me excita y mucho, el imaginar que soy una especie de sirviente sexual de ellos y que me ordenan que les proporcione placer con mi boca.
También, creo que tengo una tendencia a la sumisión, ya que en mis fantasías, me resulta más excitante que me ordenen, no que lo pidan.
El caso es que no se si soy un homosexual reprimido, un bisexual (también me excitan las mujeres) o simplemente un hombre algo pervertido y que por alguna razón se instaló este deseo en mi cabeza.
Leila, tiene bastante experiencia en relacionarse con hombre. Ha tenido una vida sexual muy activa y me doy cuenta que ella no guardaría reservas si yo le propusiera que llevemos a la realidad este tipo de prácticas, de hecho, en algunas ocasiones me ha contado como ha sido sus encuentros sexuales con otros hombres.
Me gustaría saber que opinas sobre lo que te relato, tanto en lo referente a mis deseos, como a mi opción sexual que debiera asumir. Gracias».
Sarainigo
Dic 14, 2018 at 01:28
Estupenda entrevista que compartiré con mi pareja ahora mismo. Me identifico totalmente con el protagonista de la entrevista, es calcada a nuestra historia desde los comienzos, esos dos o tres años dando la vara con la fantasía jaja, y además compartimos perfil en una red social swinger. No se puede describir mejor, enhorabuena al entrevistado y a la entrevistadora. Un beso.
Sandra Bravo
Dic 14, 2018 at 09:35
¡Muchísimas gracias!
¡Qué bien que te haya gustado y que te identifiques con la historia! Te agradezco mucho tu comentario.
Un abrazo,
Sandra
Pablo Piñeiro: “Si hay penetración, le regalas tus sentimientos, pero a una persona a la que le das un abrazo porque está llorando, no. No lo entiendo” - Hablemos de POLIAMOR
Feb 14, 2019 at 09:15
[…] Entrevista a un cornudo […]
Agatha Brooks
Nov 14, 2019 at 00:22
Me ha parecido excelente tener este punto de vista y desde un practicante desmentir las mentiras que se dice alrededor de esta práctica. Espero más entrevistas cómo estás, en verdad que si.
Sandra Bravo
Nov 18, 2019 at 09:03
Gracias por tu comentario, Agatha 🙂
Luis
Mar 11, 2020 at 00:59
El matrimonio tradicional esta mas muerto que un paciente con cancer terminal en su ultima noche de vida. Yo tengo 44, vivo con dos chicas de 25 desde hace 3 años. Los tres estamos enamorados de los tres, y el acuerdo inicial fue juntarnos y vivir como pareja pero entre tres. Yo quede en no robarles su juventud, por lo que ellas son libres de acostarse con quien quieran y las veces que quieran. Yo, en cambio, solo se me permite tener sexo con ellas. La unica regla a la que ellas estan sujetas es que no pueden pasar una noche afuera, siempre deben llegar a casa a dormir, aunque sea de madrugada.
Los tres somos muy felices y la pasamos de puta madre.
Carlos
Abr 8, 2020 at 16:11
Hola de nuevo! ya hice algún comentario anteriormente. Gracias por la entrevista! Hay mucho por la red de éste tema pero normalmente poco serio. Hay un libro por ahí que habla científicamente de este tema y llega a afirmar que incluso es beneficioso y aconsejable para las parejas de larga duración, la posibilidad de que la mujer vaya libremente con otros hombres. Bueno para la mujer y bueno para los hombres. La idea me entusiasma. Creo que es algo que está mal visto, pero me parece que no es justo. Muchas gracias de nuevo por la entrevista. Como no hay muchas en la red, la volví a leer. Saludos!
Fernando
Jul 6, 2020 at 18:27
Quiero consultarte tu opinión sobre algo que me inquieta. Soy un hombre maduro, sobre los 50 años, no soy casado y tengo una pareja –Leila- de una edad cercana a la mía; cada uno vive en su casa. Ella es separada, con dos hijos mayores que ya son independientes.
Desde hace varios años, que tengo la fantasía, que aún no ha pasado al plano de la realidad, de ver como ella es penetrada por un macho con una verga gruesa y cabezona (tengo una fijación con el grosor), y mientras ella tiene sexo con el corneador, yo les proporciono sexo oral a los dos.
Me imagino lamiendo y besando sus sexos, y limpiándolos con mi lengua cuando acaben. En mis fantasías, también acepto mamar la verga del macho hasta sentir que acaba en mi boca; pero, no siento ningún deseo de ser penetrado o aceptar caricias de otro hombre; me excita y mucho, el imaginar que soy una especie de sirviente sexual de ellos y que me ordenan que les proporcione placer con mi boca.
También, creo que tengo una tendencia a la sumisión, ya que en mis fantasías, me resulta más excitante que me ordenen, no que lo pidan.
El caso es que no se si soy un homosexual reprimido, un bisexual (también me excitan las mujeres) o simplemente un hombre algo pervertido y que por alguna razón se instaló este deseo en mi cabeza.
Leila, tiene bastante experiencia en relacionarse con hombre. Ha tenido una vida sexual muy activa y me doy cuenta que ella no guardaría reservas si yo le propusiera que llevemos a la realidad este tipo de prácticas, de hecho, en algunas ocasiones me ha contado como ha sido sus encuentros sexuales con otros hombres.
Me gustaría saber que opinas sobre lo que te relato, tanto en lo referente a mis deseos, como a mi opción sexual que debiera asumir.
Gracias.
Juan Carlos B.
Sep 10, 2020 at 18:12
Quisiera contribuir a tu pregunta, lo primero los cuernos son más placenteros cuando te une a tu pareja un matrimonio o un sentimiento de amor, eso hace que cuando tú esposa vaya a su encuentro con su ocasional amante te cueste, te intriga y te provoca más.
Ahora sobre tus gustos, primero evalua sobre tus fantasías ha veces son solo eso fantasías muy íntimas que al hacerla real pierdes esa facultad cómo dicen «con guitarra es otra cosa» anda con paso lento también no hacerlo es una opción, los otros no siempre coinciden con lo que queremos, al calor de la faena, todo es rico, me da la impresión que en este caso pasa eso.
Nano
Feb 6, 2024 at 20:21
Muy bonita entrevista me ha gustado mucho me identifico con todo
Porque después de muchos años con la fantasía de querer que mi mujer me aga cornudo .al principio no fue nada fácil pero poco a poco ai vamos en la intimidad ella ya me llama cornudo coje a tu puta o quieres que otro me folle cosas así .pero es difícil encontrar alguien de confianza para hacerlo y de momento ella ya viste más sexi y tiene permiso para tontear seria bueno conocer parejas o maridos similares para compartir experiencias
Saludos y felicidades por la buena entrevista