Hace unos días leí este artículo en la web de More than two y me pareció taaan imprescindible que lo he traducido para compartirlo aquí. Creo que es una lectura (y práctica) obligada para cualquier persona, independientemente de si está en una relación sexoafectiva monógama o poliamorosa (o está soltera). Porque estas claves de comunicación son aplicables a TODOS los ámbitos de la vida privada. Si no sabes comunicar lo que piensas, difícilmente podrás llevarlo a la práctica. Así que coged papel y boli y a entrenar (porque son ejercicios de esos que siempre se pueden hacer mejor, por mucho que los practiques).
La honestidad es a la comunicación lo que la multiplicación es al cálculo. Si no puedes ser honesto, no puedes comunicarte. La honestidad es lo mínimo, no lo máximo: la comunicación va mucho más allá de la honestidad.
–Jenna Medaris
«La comunicación es la regla nº1 de una relación poliamorosa«
Es algo que oirás tan a menudo en la comunidad poli que se ha convertido en un mantra. ¡Y con razón! La comunicación es posiblemente el mejor indicador de la salud de cualquier relación romántica, monógama o poliamorosa. Una relación que carece de buena comunicación se construye sobre una base que es fundamentalmente defectuosa, y una relación cuyos miembros carecen de buenas habilidades de comunicación es una relación que tiene problemas desde el principio.
Sin embargo, pocas personas realmente hablan sobre cómo construir una buena comunicación, y es una pena, porque una buena comunicación es más complicada de lo que parece.
Comunicarse es mucho más que abrir la boca y decir lo que piensas. La comunicación efectiva comienza por comprender lo que tienes en la cabeza, especialmente si estás tratando de solucionar un problema. No basta con decir «me siento incómodx por esto» o «estoy molestx por esto» o «no quiero que hagas esto«. La verdadera comunicación requiere comprender qué subyace en la raíz de esos sentimientos y deseos.
Un momento, listilla! Si estoy sintiendo algo, debería poder decirlo ¡sin toda esa mierda de análisis!
Por supuesto. Pero una vez que has dicho lo que piensas, ¿qué viene después?
Hay gente que cree que la cosa termina ahí. «He dicho lo que tenía que decir; ahora depende de mi compañerx actuar en consecuencia«. Eso no es comunicarse; de hecho, es un portazo a la comunicación, porque no le ofrece a tu compañerx ningún camino a seguir, a menos que haga lo que tú quieres que haga.
Comunicarse es aumentar la comprensión. Si simplemente dices: «Me siento así» y lo dejas ahí, la conversación está zanjada y realmente no estás aumentando la comprensión, porque tu pareja aún no sabe por qué. De hecho…
¡Para el carro! He dicho lo que siento y lo que quiero que haga mi pareja; ¿a quién le importa el porqué?
A ti debería importante, por ejemplo. Comencemos con lo más obvio primero: si tu pareja no entiende por qué te sientes como te sientes, puede terminar violando el espíritu de vuestro acuerdo sin haber hecho nada “prohibido” porque no entiende qué finalidad se supone que tienen dichas reglas.
Pero retrocedamos un poco más. Comunicarse va más allá de experimentar una emoción que no te gusta y luego informar a tu compañerx para que pueda dejar de hacer lo que sea que esté produciéndote esa emoción. Si tú no entiendes por qué sientes lo que sientes, no podrás saber qué podría cambiar esos sentimientos. Puede parecer obvio a primera vista: «Me pongo celosx cuando mi pareja lleva a otra persona a mi restaurante favorito, por lo que, si mi pareja deja de llevar a la gente allí, ya no estaré celosx«. Pero los sentimientos son realmente astutos y complejos, y las acciones que provocan un sentimiento pueden en realidad no estar tan ligadas al sentimiento como tú crees. Lo que podría suceder es que te des cuenta de que aún sigues celosx, incluso después de que tú pareja te haya prometido que no volverá a llevar a nadie a ese restaurante, y lo que pasa es que ahora esos sentimientos te los provoca otra cosa.
Si no comprendes tus sentimientos, es muy difícil decir con certeza lo que tú o cualquier otra persona podéis hacer para abordarlos. De hecho, muy a menudo las raíces de los sentimientos y las reacciones emocionales no son tan obvias como parecen y, si no entiendes el problema, es muy difícil que encuentres una solución con alguna posibilidad real de éxito.
¿Me estás diciendo que ni siquiera sé lo que estoy sintiendo?
No, te estoy diciendo que, si no haces un esfuerzo activo para comprender tus sentimientos, no sabrás por qué sientes lo que estás sintiendo. Y si no sabes por qué sientes lo que estás sintiendo, es muy difícil tener un diálogo con tu compañerx al respecto, y es aún más difícil elaborar un plan de acción basado en él.
No todos los sentimientos son reales. Puedes sentir algo con tanta fuerza que sepas a ciencia cierta –incluso mejor que tu propio nombre- que lo que estás sintiendo es absolutamente correcto y que está perfectamente justificado, y aún así estar equivocadx. Solo observando tus sentimientos puedes entender su raíz, y solo comprendiéndolos puedes estar realmente seguro de que son apropiados y justificados.
Recuerda de lo que estamos hablando aquí: diálogo. Hablas con tu pareja, tu pareja habla contigo, ambos acabáis con una comprensión más profunda del otro, y esa comprensión más profunda es lo que te ayuda a resolver problemas, ¿cierto?
Y resolver problemas es mucho más fácil si tu compañerx entiende lo que está pasando en tu cabeza, lo cual es mucho más fácil si tú mismx entiendes lo que está pasando en tu cabeza De hecho, es muy probable que, si tu pareja y tú tenéis una idea clara de por qué sentís lo que sentís, ¡encontréis una solución mejor que la más obvia! Decir «Me siento celosx, así que quiero que dejes de hacer X» es una orden, no un intento honesto de comunicación; se cierra la puerta a un debate más allá. Al decir «Me siento celosx, y creo que esta es la razón, y esto es lo que he observado que me produce esos sentimientos» se abre la puerta no solo a un debate más profundo, sino a encontrar algún tipo de solución que quizá no se te hubiera ocurrido jamás.
La comunicación ya es bastante difícil, incluso cuando sabes perfectamente lo que estás intentando decir. Así que, si no tienes ni idea, es mejor dejarlo correr.
¿Qué quieres decir con que la comunicación ya es suficientemente difícil? Si estoy hablando con mi pareja y…
Si estás hablando con tu pareja honestamente.
Vale, de acuerdo. Si estoy hablando honestamente con mi pareja y…
Es gracioso que debas mencionar la honestidad. Es otra de esas pequeñas cosas que es más difícil de lo que parece. La honestidad -como la comprensión- comienza “en casa”, contigo mismx. Para ser honestx con otra persona, primero debes ser honestx contigo mismx, y parte de eso significa reconocer y asumir la realidad de quién eres y la realidad de tu situación.
Esto es así en todos los ámbitos, pero especialmente en situaciones muy difíciles como las relaciones mono/poli. Por ejemplo, si una persona cree que en el fondo es monógama -quiere una relación monógama- y que, si se lo pone lo suficientemente difícil a su pareja, esta renunciará al poliamor, pero no admite su comportamiento, entonces cualquier esfuerzo de comunicación ya está socavado de antemano. Puede pensar que está hablando abierta y honestamente con su pareja, pero como no ha admitido realmente lo que está pasando, no está siendo realmente honesta.
Y antes de que digas que estoy atacando injustamente a la persona monógama, si una persona poliamorosa está buscando múltiples relaciones porque siente un miedo al compromiso profundamente arraigado pero bastante sutil, y por eso evita intimar con nadie iniciando nuevas relaciones cada dos por tres, no podrá comunicarse honestamente con ningunx de sus compañerxs sobre lo que quiere o cuáles son sus objetivos de relación, porque aún no lo tiene asumido.
Y al hilo de esto, un par de comentarios sobre honestidad y mentiras:
Una mentira es cualquier intento consciente y deliberado de engañar o confundir. Muchas personas encontrarán cualquier excusa para justificar la mentira, especialmente la mentira indirecta: «No le he dicho nada de esto ni de aquello porque no me ha preguntado» o «No le he dicho nada que sea estrictamente falso, así que no le he mentido«.
Un buen mentiroso dice mentiras que son en su mayoría verdaderas. Un maestro de la mentira puede mentir sin decir una sola falsedad.
Ten en cuenta estos ejemplos. Si le digo a alguien: «Estaré en tu casa a las dos en punto«, y a la una y cuarenta y cinco me atropella un autobús, no he mentido. No me presenté a las dos en punto, pero no era mi intención engañar a esa persona. Por otro lado, si tengo una aventura y engaño a mi compañerx mientras estoy en mi oficina, y mi compañerx me pregunta «¿Me engañaste hoy?» Y respondo: «Estuve en la oficina todo el día«, he mentido, porque he dado una respuesta calculada para engañar a mi compañerx y conducirle a una conclusión errónea.
De acuerdo, entonces… he analizado mi interior, comprendo lo que siento y comprendo la realidad de mi situación, y no voy a mentir ni directa ni indirectamente. Ahora ya está, ¿verdad?
No solo no estás, sino que no has siquiera empezado. Es mucho más complicado.
¿Cómo? Entiendo lo que me pasa, entiendo lo que necesito decir, ¡solo tengo que decirlo!
Y que tu pareja lo entienda, que es algo más que hablar el mismo idioma. Recuerda, tu pareja no puede ponerse en tu piel y ver el mundo como tú lo haces. Tu realidad emocional es solo una abstracción para tu pareja, y todo lo que pueda saber de ella depende de lo que tú le hayas explicado.
De hecho, dos personas pueden tener realidades emocionales radicalmente diferentes, y salvar esa brecha no es fácil.
Así que supongamos que eres honestx, te conoces a ti mismx y eres sincerx acerca de todo este asunto de la comunicación. Todavía hay muchas cosas que no funcionan; aquí van algunas que debes tener en cuenta:
- No asumas que tu compañerx se sentiría igual que tú si estuviera en tu piel. Decirle: «Bueno, ¡solo piensa en cómo me siento!»no es de mucha ayuda. Tu compañerx puede estar pensandoen cómo te sientes, pero si no siente lo mismo y no reaccionaría de la misma manera en tu lugar, es probable que lo que piense sea “erróneo”. Así que dile cómo te sientes y dile por qué.
- No identifiques los argumentos de terceras personas como propios de tu pareja y no utilices a nadie como intermediario para hablar con ella. Díselo directamente. Hablar a través de un proxy (persona que hace de “mensajera”) nunca funciona. No es broma. Cada persona tiene una visión particular del mundo y realiza una interpretación de los acontecimientos diferente. Comunicarse a través de un proxy es escuchar las ideas de tu pareja filtradas e interpretadas a través de alguien con una visión diferente de la realidad. No hay forma de evitarlo.
- ¡No des portazos! El portazo puede ser literal o figurado; es algo que cierra el diálogo, como salir de la habitación y cerrar de un golpe la puerta, o simplemente cortar a tu compañerx. Dar un portazo es dar órdenes a tu pareja, no querer escucharla o negarle la oportunidad de responder a lo que tiene que decir. Y en la misma línea:
- No cojas el hábito de dar ultimátums. Un ultimátum no deja espacio para la negociación. Al igual que una orden, acaba con el diálogo. Si realmente es necesario un ultimátum, debe guardarse como último recurso en una situación que, si no cambia, terminará definitivamente con la relación. Un ultimátum es apropiado solo en las circunstancias más extremas: «Busca ayuda para tu problema con la bebida o no aguantaré más en esta relación«.
- No te dejes cegar por tus propias suposiciones e interpretaciones de la realidad. Esto es particularmente difícil, porque todos tendemos a suponer que lo que pensamos y lo que vemos es la manera «correcta» de pensar y la forma «correcta» de ver una situación. Pero tu interpretación de algo puede diferir radicalmente de la de tu compañerx; así que es útil adquirir el hábito de preguntarse mentalmente «¿Qué pasa si me equivoco?»cuando creas que tienes algo resuelto.
Así que, a pesar de que te conozcas, de que sepas lo que tienes que decir y entiendas por qué te sientes como te sientes, debes tener cuidado.
Guau. Ok, ahora ya lo tengo chupado…
No exactamente. Todavía queda el efecto «azul pescado tuba».
¿El qué? ¡Eso no tiene sentido!
Precisamente por eso.
Cada una de esas palabras tiene un significado concreto, pero juntas en ese orden, no tienen ningún sentido. A menudo, eso es lo que interpretará alguien que no comparte tu visión conceptual del mundo.
La comunicación, por un lado, es bastante robusta, pero por otro lado es muy frágil. Es robusta en el sentido de que el lenguaje es bastante resistente, pero es frágil en el sentido de que cuando estás hablando con alguien cuya cosmovisión filosófica es muy diferente a la tuya, si intentas explicar un concepto difícil, tus palabras terminarán sonando como » azul pescado tuba”. Es el concepto lo que resulta difícil. Si el concepto en sí es ajeno a tu interlocutor, tus palabras dejan de tener sentido.
Por ejemplo, toma a una persona cuya idea de relación sea «el compromiso implica exclusividad». Si le dices: «Es posible comprometerse con más de una persona a la vez«, tus palabras le sonarán como «azul pescado tuba», porque su concepto de compromiso implica inherentemente exclusividad entre dos personas. Explicarle que te comprometes con más de una persona es como decirle que «la tuba era tan grande que era pequeña».
Explicar un concepto desconocido a alguien es particularmente frustrante. A menudo, necesitas esforzarte mucho para aislar e identificar los puntos donde vuestros marcos conceptuales no se superponen, y a partir de ahí construir cuidadosamente un puente entre esos diferentes marcos conceptuales.
En el ejemplo de una persona para la cual «compromiso» implica «exclusividad», esto significa tratar de encontrar una manera de expresar el concepto de que es posible comprometerse con más de una cosa al mismo tiempo. Hasta que puedas comunicar este concepto, todo lo que digas sobre el compromiso sonará como «azul pescado tuba».
Guau. La cosa se complica. Pero una vez que haya superado ese obstáculo, estoy a salvo, ¿verdad?
Mmm…, no. Todavía se complica más… porque está la segunda mitad de la comunicación, que aún no he mencionado: escuchar.
La escucha es un proceso activo, no pasivo. Si estás planeando lo que vas a decir a continuación, no estás escuchando. Si estás mirando por la ventana, no estás escuchando. Si estás tan obcecadx en tratar de expresar tu punto de vista que has olvidado que tu pareja también lo está intentando, no estás escuchando.
Y escuchar se ve frustrado por el hecho de que las personas rara vez recuerdan las palabras exactas que se les dicen; sólo recuerdan los conceptos. Lo que significa que, si entiendes mal el concepto, estás totalmente jodidx.
Uno de los problemas más comunes con la comunicación -desde el punto de vista del oyente- es el problema de la interpretación. Si crees que has entendido a tu pareja, puede que asumas que tu interpretación es la única correcta, y si te equivocas, puede que te resistas a lo que su pareja realmente estaba tratandode decir.
Pero estoy escuchando a mi compañerx, ¡es mi compañerx quien no me está escuchando a mí!
Y desde la perspectiva de tu compañerx, pasa exactamente lo mismo, solo que con los pronombres invertidos.
Es fácil sentir que no estás siendo escuchadx cuando no estás escuchando a tu pareja. Terminas compitiendo por decir antes tu frase y te olvidas del hecho que la comunicación es entendimiento mutuo. Si no entiendes a tu pareja, no puedes comunicarte con ella; y aquí es donde pueden aparecer todo tipo de calumnias si no se presta atención. Debes comprender a tu pareja, aunque creas que está actuando de manera irracional o equivocada.
No puedes ignorar lo que dice tu pareja solo porque crees que está siendo irracional o torpe. En primer lugar, su realidad emocional es diferente a la tuya y, además, es posible que tu pareja esté tratando de expresar algo que no se ajusta a tu marco conceptual, y entonces serás tú quien padezca el efecto “azul pescado tuba”
Si quieres entender a tu pareja, debes tener en cuenta algunas consideraciones:
- No asumas que ya sabes lo que tu pareja va a decir. En lugar de eso, escucha lo que tu pareja está diciendo.
- No asumas que puedes ignorar lo que su pareja está diciendo, pensando o sintiendo simplemente porque crees que esos pensamientos o sentimientos no están justificados, o porque no son lo que tú pensarías o sentirías en su lugar.
- ¡No te precipites! No des por hecho que sabes a dónde va a parar tu pareja con una idea y las cortes antes de que llegué ahí. Quizá te sorprenda.
- Es inevitable que proyectes tus propios sentimientos y actitudes sobre lo que otras personas te dicen. Tendemos a interpretar el mundo en función de nuestra propia experiencia. Sé consciente de ello e intenta, en la medida de lo posible, escuchar lo que dice tu compañerx sin aliñarlo con tus propias ideas preconcebidas. Esto significa, entre otras cosas, no hacer suposiciones sobre la razón por la que tu compañerx está diciendo algo y no leer más allá de sus propias palabras. Si tu pareja te dice: «¿Te gustaría salir a cenar esta noche fuera de casa?«, no interpretes: «Ya no me gusta cocinar para ti«.
- Uno de los mayores enemigos de la comunicación es una sensación de agravio exagerada. Si te sientes ofendido por tu pareja, es muy probable que no estés particularmente dispuestx a escuchar lo que tiene que decir, y también es probable que interpretes todo lo que dice de la peor manera posible. No asumas que todo desprecio que percibas es intencionado. No asumas que alguien ha actuado por maldad, si hay otra explicación posible. No asumas que tu propia queja siempre está justificada. No asumas que tus sentimientos son los únicos que son relevantes.
No tengo una sensación exagerada de agravio, ¡mi pareja me hizo daño!
Si sientes que tu pareja te ha hecho daño, es justo y razonable querer arremeter contra ella. Después de todo, tu pareja se lo merece, ¿verdad? Te lastimó, ¿no es así?
Sin embargo, cuando te sientes de esta manera, se vuelve muy, muy importante tener en cuenta dos cosas:
- Solo porque te sientas mal no significa que alguien más haya hecho algo malo.
- El hecho de que te sientas bien no significa que estés haciendo lo correcto.
Cuando te sientes atacadx, menospreciadx o heridx, puedes creer fácilmente que atacar a tu pareja está justificado. Eso hace que tu pareja se sienta atacada, y entonces se sentirá justificada a atacarte. Puedes sentirte heridx, pero eso no justifica que sea correcto atacar a tu pareja. Y, si lo haces, probablemente cerrarás todas las puertas de una comunicación productiva, y con ello toda esperanza de resolver el problema.
Solo porque te sientas mal no significa que alguien más haya hecho algo malo. Solo porque te sientas bien no significa que estés haciendo lo correcto. Recuerda estas dos cosas, antes de agravar una discusión.
De acuerdo, entiendo la escucha activa y puedo mantener la compostura aunque crea que mi compañerx no está siendo razonable… pero no ayuda si mi pareja no me habla.
Cierto.
Hay muchas razones por las que tu pareja podría no querer hablar contigo. Un compañerx que no quiere hablar genera problemas serios. El mejor índice de la salud de una relación romántica es la calidad de la comunicación en ella.
Algunas de las razones por las que tu pareja puede no querer hablar contigo no las puedes controlar. Pero muchas otras sí. Lo mejor que puedes hacer para ayudarle a abrirse es dejarle claro que es seguro que lo haga.
La comunicación es una habilidad aprendida. Muchas personas temen hablar abiertamente y con honestidad con sus parejas porque sienten vergüenza por lo que piensan o por lo que quieren, o porque temen la forma en que responderán sus parejas, o sienten miedo de volverse vulnerables, de que se rían de ellxs o de ser rechazadxs.
Puedes hacer muchas cosas para asegurarle a tu pareja que esto no sucederá, que no te burlarás de ella, que no la rechazarás, te reirás ni pensarás mal de ella, diga lo que diga. Incluso si lo que dice es algo que no quieres escuchar.
Pero si le dices a tu pareja que es seguro que hable abierta y honestamente contigo, asegúrate de que sea así. Lo peor que puedes hacer es decirle a tu compañerx: «está bien, puedes decirme lo que quieras» y luego reprocharle o reaccionar mal cuando te hable.
¡Caray! Ummm… ¿Algo más?
¡Me alegra que hagas esa pregunta!
Una vez que tienes todas estas cosas controlada, ya casi lo tienes. Sin embargo, hay algunos puntos más que debes considerar, que incluiré en otra de esas listas útiles:
- Si tu relación involucra a más de dos personas, es esencial que todas las personas involucradas sean parte de la comunicación, especialmente en cualquier situación que afecte a todxs lxs involucradxs. Incluso si clasificas tus relaciones en «primarias» y «secundarias», una pareja secundaria también tiene derecho a ser incluida.
- No insultes. En serio. Esto debería ser obvio, pero vale la pena recordarlo de todos modos. «Eres un imbécil egoísta» no es una buena táctica de comunicación. «Me siento descuidadx porque estás prestando más atención a tu trabajo que a mí» es una mejor opción. «Me siento desatendidx, pero estas cosas podrían ayudarme a sentirme en consideración» es aún mejor.
- La comunicación funciona mejor cuando es un proceso continuo. No es algo a hacer cuando las cosas se desmadran; sino todo el tiempo. ¡No esperes a que los pequeños problemas se conviertan en grandes problemas para hablar sobre ellos! Abórdalos con tu pareja todo el tiempo; conviértelo en un hábito
- Sé proactivo. Si surge algo de lo que necesitas hablar, habla de ello. A menudo, puede parecer tentador dejarlo pasar o esperar «el momento adecuado». No lo hagas; la comunicación funciona cuando es proactiva. Aunque a veces pueda resultar incómodo o incluso violento mencionar algo que te molesta o afecta en tu relación, debes hacerlo de todos modos. Cualquiera puede tener buenas habilidades de comunicación cuando se aborda un tema fácil; pero lo que cuenta es cómo se comunica cuando es difícil lo que se explica.
- Interrumpir a tu pareja es grosero y paraliza el diálogo. Recuerda que las cosas que sientes son importantes, pero no son una realidad. ¡Sentirse descuidadx no significa necesariamente que te estén descuidando! Debes distinguir entre cuestiones de respuesta emocional y cuestiones de hecho. Tus respuestas emocionales son importantes, y tu meta cuando sientes que algo está mal debe ser encontrar una manera de abordar ese sentimiento, pero no asumas que todo lo que sientes es necesariamente verdadero. Es posible sentirse amenazadx cuando en realidad no estás siendo amenazadx; es posible sentirse desatendidx cuando en realidad no te están descuidando, ¿lo pillas?. Eso se remonta al primer punto: entiende tus sentimientos.
- Si hablas continuamente sobre el mismo tema una y otra vez, entonces claramente no estás abordando el problema. Cuando resuelvas un problema, déjalo ir; no sigas arrastrándolo.
- La comunicación es una habilidad aprendida. Como todas las habilidades aprendidas, se vuelve más fácil y más natural con la práctica. Cuando te enfrentas al problema de comunicar un concepto o una idea filosófica que es ajena a tu pareja, la paciencia es la clave. Puede que tengas que explicar el mismo concepto de dieciséis formas diferentes para hacerlo comprensible.
- Pide opinión. Invita a que te den un feedback a lo que dices.
- Las discusiones se dan porque existe un problema en una relación. Tu pareja no es tu adversaria; ambos tenéis el mismo objetivo, que es resolver el problema. Reparar en la culpa no es útil para solucionar nada. Sin embargo, dicho esto:
- Asume la responsabilidad de tus decisiones (y las consecuencias, incluso las consecuencias no deseadas) de esas decisiones. Reconoce lo que has hecho y, si has hecho algo mal, ¡dilo!
- Si está pensando en la manera de rebatir algo que dijo tu pareja, no estás escuchando. Presta atención.
- No exageres, edulcores o hagas afirmaciones generales que sean exageradas: «¡Nunca consideras mis sentimientos en absoluto!» «¿Nunca? ¿Ni siquiera una vez?» «Bueno, a veces no…» Un mejor enfoque sería: «Siento que mis sentimientos no reciben la consideración que merecen. Pero hay algo que podrías hacer para hacerme creer que estás respetando mis sentimientos«.